Y viceversa

Juan Diego Vivanco Vieira

Baños de Agua Santa, Tungurahua

Entre la satanizada derecha y la santificada izquierda y viceversa, estamos nosotros, los ecuatorianos: desconfiados, traicionados, magullados y bullidos, viendo con mirada atónita y dudosa, cómo estas dos ideologías no pasan de ser más que un simple marketing publicitario, un instrumento fabricante de fieles de-votos y una monstruosa máquina productora de populismo burdo y barato; un atropello a los derechos, a la democracia y a la razón. 

Escuchar a uno de ellos, bram(e)ando con su típica voz ronca y oxidada, dándonos cátedra de moralidad y de justicia e indicándonos cómo mismo es como debemos hacer las cosas, a más de un profundo desagrado, causa repulsión y hastío; sobre todo porque, quienes hemos vivido más de los cincuenta, nos viene a la memoria algunos hechos ciertamente siniestros y escabrosos de una época que fue parte de la historia de la nación: época sangrienta y obscura, y que lamentablemente está siendo olvidada u oculta.

De sus manos han nacido personajes plagados de corrupción, falsedad e hipocresía, sanguijuelas hambrientas que buscan perpetuarse siempre en el poder. Pero también es cierto que, por el otro lado y viceversa, está exactamente lo mismo, la chabacanería y el despilfarro, el cinismo y el descaro. No hay para dónde ir.

Somos una sociedad desolada y fallida. Que vamos de golpe en golpe y de tumbo en tumbo directo al despeñadero. ¿Será que quieren nuevamente privarnos de la libertad de elegir si queremos a la patria o a la mafia, y quieren obligarnos a escoger, otra vez, entre dos mafias muy peligrosas y muy bien organizadas? Vivimos con la incertidumbre de no saber cuál de las dos es la peor y viceversa. Me parece alguna vez haber leído o escuchado de una de las políticas más influyentes y capaces que tiene el Ecuador, la Dra. María Paula Romo, decir: “Por donde se aplasta, sale pus”. Quienes, por azares de la vida, nos hemos visto inmiscuido en temas políticos y sociales podemos dar fe de esta terrible, pero ampliamente normalizada realidad. La Dra. Romo es una mujer valiente y decidida, temida por la corrupción y odiada por las mafias, constantemente calumniada y difamada; pero, sobre todo, terriblemente tergiversada y mal comprendida.

Poco tiempo después que el país, por un milagro del destino, recuperaría la democracia, en tiempos de Moreno; como contrapeso, nos caerían, en octubre del 2019, Leonidas Iza Salazar y Jaime Vargas, y todo el aparataje correísta, con su militancia bien establecida, agresiva, adoctrinada, obediente, servil y agradecida, dispuesta a usar todos sus recursos, económicos y humanos para dar un golpe de Estado.

No lo lograron. Y cuando el gobierno estaba apagando El Estallido de octubre, nos vino encima La Pandemia, esa terrible y larga pandemia que dejó a su paso víctimas mortales y grandes pérdidas económicas para el país y para el mundo. Punto seguido, llegó el tibio Lasso, que también pudo haber sido Yaku, en fin; nuevamente en junio del 2022 hubo otro intento de Golpe de Estado, mismos actores, misma estrategia y siempre respaldados por la acechante Asamblea. Su gobierno terminó con una Muerte Cruzada. Figura constitucional que permitió que la Asamblea no se tomara el poder y podamos tener la posibilidad de elegir y tener una salida salomónica y democrática.

Después del asesinato de Villavicencio y del inaceptable comportamiento antidemocrático por parte del CNE de boicotear al Movimiento Construye y no permitirle participar en el debate presidencial, ni a Christian Zurita, ni a la entonces candidata a la vicepresidencia Andrea González; el desenlace lo conocemos todos. Sin embargo, en medio de todo aquello antes descrito, siempre ha estado pululando la impresentable Asamblea, esa tienda de subastas que no pasa de ser un paupérrimo mercadillo de intereses. Estos, no son verdaderos representantes del pueblo, sino simples mercachifles entregados a la corrupción y al poder de turno; y no sé si pueda esta vez decir, con honrosas excepciones, pues no los veo, quizás por ahí uno o dos. Uno o dos. Los demás son tan solo una retahíla de parlanchinas cotorras y de asalariad@s manos que sólo se alzan y bajan al capricho de intocables capataces y de arrogantes soberanos.

  ¿Habrá una tercera opción? ¿Habrá una tercera oportunidad para que no volver a caer en garras del correísmo, perdón quise decir, del totalitarismo, del derroche, del despilfarro y la impunidad? Quizás esa tercera opción no llegue a cumplir nuestras más altas expectativas, ni llenar nuestras más profundas exigencias, pero que quizás represente ese nexo, ese vínculo y esa mínima esperanza de poder ver el rostro de aquella bella y añorada dama que se llama democracia y que en ocasiones se nos vuelve tan compleja, lejana y escurridiza.

Es esa democracia que para muchos de nosotros (espero) representa y es el baluarte de una sociedad unida, fuerte, justa y equitativa, que pueda crecer sana y verdaderamente educada, libre de la ignorancia, de la corrupción y de las garras de la mafia organizada. Puede sonarnos ahora irrealizable, descabellado y utópico que algo así pueda ocurrir en nuestro desdichado Ecuador… ¿Será que es necesario de un demócrata de ejercicio recio, firme y compasivo, que nos guíe en el camino? “Cárcel o muerte” suena para mí, lejano de lo que es la democracia, sin embargo… ¿Será quizás este discurso, un mal necesario, un exceso o una excusa para poder alcanzar la presidencia?

Una solución emergente; una necesidad doble por lograr captar los votos de los que creen que todo se soluciona a puño limpio y a punte’bala, y que, aunque son numerosos, afortunadamente, no son la mayoría. De los que (y con justa razón), ven únicamente el un lado de la moneda, al hombre, la mujer, al joven, al niño asesino, delincuente y criminal que hay que castigar de manera ejemplar y si es posible, con el mayor rigor, pero que no ven que, también, detrás está, una mafia política y criminal, peligrosa, poderosa, organizada y muy bien coordinada, generando desesperación, pobreza, hambre, horror y muerte.

Son hombres, mujeres, jóvenes, niños y niñas, expuestos a tener que vivir verdaderos infiernos. Inimaginables infiernos. Infiernos que ni al peor enemigo se le puede desear. No vemos, a los hijos, a los hermanos, a los padres y abuelos; no vemos a familias enteras secuestradas, desamparadas y brutalmente amenazadas…

Nos mantienen enfrentándonos los unos con los otros: borregos contra florindos, pobres contra ricos, criollos contra mestizos y mestizos contra indios, blancos contra negros, buenos contra malos, en resumen, hermano contra hermano; mientras ellos, los que realmente mueven los hilos, los del corbatín y la champaña, los verdaderos delincuentes, gozan cómodamente de la impunidad y de sus riquezas mal habidas. ¡Bastardos!

Esperemos que gane la patria sobre la mafia y que la tercera sea la vencida, y que aquello de “cárcel o muerte”, sea algo que se pueda evitar o que al menos sea algo absolutamente provisional, transitorio y necesario, qué, una buena partida de ajedrez es aquella donde el jugador hace un buen jaque mate, de manera ética, estratégica y limpia, sin pactar con las mafias ni con el crimen organizado, y evitando siempre el menor número de bajas. Pero que, de eso, no se hable más, no vaya a ser que tengamos, Dios no quiera, que repetir la trágica historia de otro candidato a presidente asesinado.

Presentación de bailarinas de tecnocumbia en la Asamblea Nacional. 2024.

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