Mugre Sur quiere agradar al cártel de Sinaloa

Diego Montalvo

Quito, Ecuador

El arte no es más que una actividad humana que tienen como objetivo tener un juicio estético y cuyas expresiones artísticas se crean mediante la pintura, le escultura, el cine, el teatro, la danza o la literatura o también dentro de las llamadas “artes menores” que son la fotografía, la cocina, la arquitectura, la perfumería y la artesanía. Todas en sí mismas están en lo estético, no necesariamente en lo bello como sí lo están las Bellas Artes, pero tienen una razón de ser.

Dentro de la música existían una gran variedad de compositores y de estilos musicales. Desde las composiciones de Mozart, Beethoven y De Bussy cuyos tintes sinfónicos llegaron hasta nuestros días para componer grandes obras de la música como la orquesta de Hans Zimmer para Los piratas del caribe, El rey león, la trilogía de Batman, Dune o El príncipe de Egipto. Así mismo, John Williams se inmortalizó con Star Wars, Parque jurásico, Tiburón, Harry Potter, La lista de Schindler  y Mi pobre angelito así como el soundtrack de Juego de tronos a cargo de Ramin Djawadi.

En el jazz, Frank Sinatra, Jerry Lewis, Dean Martin y Sammy Davis Jr, nadie dudó que sean de un estrato social bajo, pero vieron en la música una idea de redención y una manera para limpiar su nombre y salir de las mafias que en los años 30 atemorizaban a Chicago y Nueva York. Sinatra sobre todo quería limpiar su nombre totalmente ensuciado por el crimen, incluso parecía incómodo cada vez que debía interpretar a un gánster.

Hoy por hoy, las cosas parecen ser muy diferentes y si bien es cierto la música representa a una de las Bellas Artes y las mejores maneras de expresión, los narcocorridos y la incitación al crimen están tomando la cultura para tergiversarla, acabarla y desgarrarla.

Así es como Mugre Sur, un grupo de supuesto hip-hop urbano, está más cerca del cartel de Sinaloa (famosos por colgar cadáveres con bolsas de plástico en la cabeza) que lo que fue Sinatra y el uso de su música como una reivindicación de lo que fue. Así, el socialismo utiliza sus cantos y banderas de violencia y caos ya que sus escándalos de corrupción merman sus aspiraciones de volver al poder, entonces al estilo ISIS buscan implantar el miedo con acciones tenebrosas como el querer ahorcar a un presidente de la República —más allá de que tengamos o no afinidad— o matar a cualquiera que esté fuera de ese discurso.

Quizá la intención de Pabel Muñoz y de todo el municipio correísta de Quito, era contrarrestar un discurso de Noboa y restarle votos, pero que no sorprenda que esa acción de “si no estás conmigo terminarás ahorcado” les juegue, nuevamente, un revés electoral. Se notan acciones desesperadas, desde la toma a un canal de televisión hasta utilizar criminales para mantener la zozobra en la ciudadanía, pero como un sector no se deja llevar por el miedo, entonces el socialismo utiliza cada vez estrategias más violentas, tras, además, dos intentos de paros fracasados.

Es evidente que hay un nerviosismo o una desesperación de retomar el poder a costa de lo que sea. Como bien, el periodista y director del diario La República, Carlos Jijón retrató a Noboa como “el chico malo”, el típico de las películas estadounidenses de pelo engomado peinado hacia atrás, de chaqueta de cuero negra, camiseta blanca y jeans rasgados y usando botas, pero se nota que su oposición quiere sacar sus navajas y pistolas para ver si logran reflejarse en el espejo. A un “tipo malo” lo vamos a dar bala nosotros o ahorcarlo. Es evidente que el presidente es incómodo para muchos sectores, pero el correísmo es cada vez menos estratega y se empeña en aumentar su resistencia y favorecer a Noboa. El presidente debe agradecer a Mugre Sur por darle una ventaja electoral gratis, casi sin mover un dedo.  

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