
Guayaquil, Ecuador
Después de dieciséis años y medio de convivir con el maldito «espíritu de Montecristi» en Ecuador, retratado en la actual Constitución del país, cabe preguntarse si ha llegado ya el momento de realizar el exorcismo que aleje de estas tierras todo vestigio del Socialismo del Siglo XXI, a través de una Asamblea Constituyente, ¿o si podemos, mediante otros mecanismos, desnaturalizar la tan mentada Constitución de tal manera que llegue a ser totalmente irreconocible o, en otras palabras, deje de servir al propósito para el cual fue diseñada?
Ambas opciones tienen ventajas y desventajas, sin lugar a dudas. En lo personal, me parece que, en el muy corto plazo, mucho se puede hacer sin necesidad de recurrir a una Asamblea Constituyente. Más allá del ahorro en tiempo e incertidumbre que ello implica. Sin embargo, también creo que los cambios que el país requiere se quedan algo cortos sin la desaparición de ese instrumento ideológico que permitió al gobierno del prófugo de la justicia sembrar las bases de los problemas más importantes que aún enfrenta el país, incluida la creación de la jaula totalitaria.
También me queda claro que un país civilizado no debe estar “organizado” bajo el paraguas constitucional de un conjunto de artículos que reflejan la visión de personajes como el extinto dictador cubano Fidel Castro, quien advirtió que, para perpetuar en el poder a sus coidearios y beneficiarse de ello, bastaba con utilizar el ropaje democrático y, luego, con el libreto del Socialismo del Siglo XXI, acabar con las instituciones democráticas y el Estado de derecho, a partir de la implementación de una Asamblea Constituyente con plenos poderes.
Sin embargo, y con esto concluyo, más allá de cuán adecuado sea o no tener una Asamblea Constituyente, me parece que el gobierno de Daniel Noboa ya ha tomado una decisión, y nos encontramos a las puertas de un nuevo proceso de esta naturaleza. De ser ese el caso, ya es hora de discutir la forma en que se realizará el exorcismo, pues al espíritu de Montecristi hay que enviarlo de regreso al infierno.
Seguimos conversando.
