
Guayaquil, Ecuador
El foco de atención de los ciudadanos ecuatorianos, en su mayoría, ha cambiado a un preocupante tema: la fachada del gobierno. Ya la gente no opina sobre la gestión, la obra pública, la política financiera e internacional o por lo menos el discurso del presidente, sino que, en cambio, la gente anda enfocada en los últimos tik toks que subió el primer mandatario, el como se lo ve en el gimnasio, o para variar las fotos y videos que sube el presidente del legislativo. En fin, nos estamos preocupando de fruslerías, y esto no es algo que nos lleve a buen puerto.
Las modas son peligrosas porque pueden llegar a afectar el diario vivir de las personas. Ahora nos estamos acercando ante un escenario similar. El año está por la mitad y ya palpamos el génesis del que será uno de los más violentos de la historia republicana del país, pero claro, mas importa saber de qué marca es el “outfit” del primer mandatario o cual asambleísta tiene el vestido más bonito.
Hace unos meses, se hacía público el caso de los generadores erróneamente comprados, y como era de esperar ya salieron con aquella práctica -su as bajo la manga- de echar la culpa a todos menos a sí mismos, y es que el contrato de PROGEN adivinen qué, también fue sabotaje. Como decía un sonado refrán popular “desde que se inventaron las excusas ya nadie es culpable”, y todo parece derivar a que habrá otra vez apagones. Si, otra vez aquellos momentos en los cuales la economía debe detenerse por la ausencia de algo que en el Ecuador actual es un privilegio: la luz. Pero tenemos partidos de la selección por señal abierta.
En la Asamblea Nacional pasaron dos nuevas leyes, una en la que se ponía sobre la mesa nuevamente la tan criticada tabla de consumo de drogas, pero ahora como somos el nuevo país pues se la renombró a “Parámetros de Consumo”. Y la segunda ley fue aquella que trae de regreso el método de Hont, siendo esta una reforma interesante al código de la democracia, ya que pone en tela de duda algo.
Si el partido del presidente se llama Acción Democrática Nacional, pregunto yo ¿qué tan democrático es dejar a las minorías sin representación? Ya que si podemos referirnos al sentido expreso de la palabra el diccionario de la lengua española la define como: “sistema político en el cual la soberanía radica en el pueblo”, pero y que pasa si ese pueblo no es mayoritario, simplemente pierde su capacidad de representación y tenemos como resultado una lesión a la democracia.
Incluso resulta interesante este tema, ya que hace poco el troll center afín al gobierno instalaba el criterio de que “el que no esté con el gobierno es correísta”. Pero ¿qué pasa si les digo que esta ley, la que le quita representatividad a las minorías, fue aprobada con apoyo pleno del partido revolucionario? Algo no cuadra ¿verdad?
Si señores, espero equivocarme, pero por lo visto estamos ante una clara representación de un régimen que de a poco va usando su mayoría parlamentaria para traer practicas viejas. Raro que esto pase en la “nueva” asamblea.
Todo esto que acabo de exponer es aquello que pocos notan, y pasa por la fuerte campaña mediática, la cual está logrando que los ciudadanos dirijan su mirada a lo menos importante, para así pasar por alto lo que verdaderamente importa.
Sin embargo, nunca es tarde para rectificar, el gobierno nacional debería usar aquella mayoría parlamentaria para conseguir una reforma fiscal que baje aquellos tributos abusivos, mismos que no permiten la correcta dinamización de la economía; o para hacer reformas comerciales, las cuales tengan como objetivo abrir los mercados, instaurando un sistema de libre competencia en el cual el sano método de la oferta y la demanda sean aquellos abanderados que salven a la economía nacional. Claro si es que estamos en un régimen liberal, como erróneamente lo definen los críticos de izquierda.
Como ciudadanos debemos de ejercer nuestro papel, y ese es el de exigir resultados, pero aquellos por los que votamos, no por sus antónimos. Y esto no de forma violenta, sino de manera categórica, con criterio y nivel, así lo merece nuestro pueblo.

El debate debe volver, la política con principios se basa en él y así se han levantado las grandes naciones que hoy sirven de modelo para la humanidad. El respeto debe prevalecer ante la crítica opositora, ya que esta significa una oportunidad para rectificar o para aclarar aquello que puede ser que esté mal comunicado y por lo tanto mal comprendido.
Es hora de enfocarnos en lo que realmente importa, nuestro país y su sistema democrático.