Guayaquil, Ecuador
La información internacional dice que Julian Assange presentó una denuncia penal en Estocolmo en contra de la Fundación Nobel por facilitar supuestamente la comisión de crímenes de guerra al haber otorgado el Nobel de la Paz a la líder opositora venezolana María Corina Machado.
Este deschavetado no tiene un ápice de autoridad moral frente a una heroína de la humanidad como es la valiente líder venezolana María Corina Machado, que se ha enfrentado a la criminal narcodictadura de la trilogía comandada por el usurpador del poder de Venezuela, Nicolás Maduro, secundado por los obsecuentes criminales que han hecho de Venezuela un infierno de hambre y de miseria (Diosdado Cabello, jefe del Cartel de los Soles y Vladimir Padrino López, corifeo del dictador).
Assange tuvo que huir de Suecia acusado de violador. Fue a parar al Reino Unido. Y para evadir medidas cautelares de la justicia inglesa se refugió en nuestra embajada en Londres, con anuencia de su alcahuete, ahora prófugo en Bélgica.
Dentro de la estrechez de nuestra embajada se instaló Assange. Ahí patinaba; igual, con la complaciente autorización de nuestros embajadores hacía grandes fiestas, acompañado de «mujeres de mala reputacion» y amigos, igual de mala reputación, como Ricardo Patiño, el abogado español Baltasar Garzón y otros angelitos que disfrutaban de los fiestones que organizaba el rubio holgazán. Todo pagado por todos los ecuatorianos.

Este pelafustán se atreve a decir estupideces de la valiente Premio Nobel. Cínico, amoral y vago, igual que sus amiguetes, que le facilitaron tantas comodidades, incluso la nacionalidad ecuatoriana.
