Muere Ray Bradbury, el autor de Fahrenheit 451

LOS ANGELES (AP) — Ray Bradbury, el maestro de la ficción científica y la fantasía que transformó sus sueños de infancia y temores de la Guerra Fría en marcianos telepáticos, monstruos marinos enfermos de amor y la visión desoladora de un futuro distorsionado en el cual los bomberos queman libros en «Fahrenheit 451», ha muerto. Tenía 91 años.

Bradbury falleció el martes por la noche, dijo el miércoles su hija, Alexandra Bradbury. No proporcionó más detalles.

El autor de clásicos de ficción científica como «Crónicas marcianas» y «El hombre ilustrado» trascendió el género para conquistar la admiración de grandes plumas como Jorge Luis Borges, quien prologó la versión en español de uno de sus libros.

Aunque disminuyó su ritmo de trabajo en años recientes debido a un derrame cerebral que lo postró en a una silla de ruedas, Bradbury se mantuvo activo al llegar a nonagenario, escribiendo nuevas novelas, obras de teatro, guiones de cine y un volumen de poesía. Escribía todos los días en la oficina de su casa en el barrio de Cheviot Hills, en Los Angeles, y de vez en cuando se presentaba en librerías y actos de bibliotecas públicas para recaudar fondos y otros eventos literarios alrededor de la ciudad.

Su obra abarca desde terror y misterio hasta humor e historias compasivas sobre los irlandeses, los negros y los mexicanoestadounidenses. Bradbury también escribió el guión de la adaptación cinematográfica de John Huston de «Moby Dick» (1956), así como varios capítulos de la serie de televisión «La dimensión desconocida», incluyendo «El Teatro de Ray Bradbury», para el cual adaptó decenas de sus trabajos.

Bradbury saltó a la fama en 1950 con «Crónicas marcianas», una serie de historias entrelazadas que satirizaron el capitalismo, el racismo y las tensiones de las superpotencias al retratar a colonizadores terrestres destruyendo una civilización marciana idílica.

Al igual que «El fin de la infancia» de Arthur C. Clarke y el filme de Robert Wise «El día que paralizaron la Tierra», el libro de Bradbury fue una alegoría sobre la Guerra Fría en el que los acontecimientos en otro planeta sirven como un comentario sobre el comportamiento humano en la Tierra. «Crónicas marcianas» se ha publicado en más de 30 lenguas, fue adaptada en una miniserie se televisión e inspiró un juego de computadora.

«Crónicas marcianas» profetizó la prohibición de libros, especialmente obras de fantasía, un tema que Bradbury abordaría profundamente en «Fahrenheit 451», de 1953. Inspirada en la Guerra Fría, el surgimiento de la televisión y la pasión del autor por las bibliotecas, fue una narrativa apocalíptica de una guerra nuclear en el exterior mientras en casa los bomberos son asignados a quemar libros en lugar de combatir incendios (451 grados Fahrenheit, Bradbury ha dicho, era la temperatura a la cual ardían en llamas los textos).

Fue el único trabajo de Bradbury realmente de ficción científica, según el autor, quien dijo que todas sus demás obras debían clasificarse como de fantasía. «Fue un libro basado en hechos reales y también en el odio hacia la gente que quema libros», dijo a The Associated Press en el 2002.

Un clásico futurista a menudo enseñado junto con «1984» de George Orwell y «Brave New World» de Aldous Huxley, la novela de Bradbury previó los iPods, la TV interactiva, la vigilancia electrónica y en vivo, los eventos sensacionalistas de los medios, incluso las persecuiones policiales televisadas. Francois Truffaut dirigió una versión cinematográfica en 1966 y se hizo alusión al título del libro — sin la autorización de Bradbury, se quejó el autor — para el documental de Michael Moore «Fahrenheit 9-11».

Aunque involucrado en muchos proyectos futuristas, como la Feria Mundial de Nueva York en 1964 y la exhibición «Spaceship Earth» en el parque Walt Disney World de Florida, Bradbury estaba profundamente apegado al pasado. Se negaba a conducir un auto o viajar, y le dijo a la AP que presenciar un accidente de tránsito fatal de niño le había dejado un terror permanente a los automóviles. De su juventud, se trasladaba de un lugar a otro en bicicleta o patines.

«No les tengo miedo a las máquinas», le dijo a la publicación Writer’s Digest en 1976. «No creo que los robots se estén apoderando del mundo. Pienso que los hombres que juegan con juguetes lo han hecho. Y si no les quitamos los juguetes de las manos, somos unos tontos».

Influido por Ernest Hemingway y Thomas Wolfe, Bradbury fue perfeccionando su estilo literario en revistas baratas y llegó a ser uno de los pocos escritores de ficción científica tratado con seriedad por el mundo literario. En el 2007 recibió una mención especial del Premio Pulitzer «por su distinguida, prolífica y profundamente influyente carrera como un autor inigualable de ficción científica y fantasía». Siete años antes, recibió una medalla honoraria National Book Award a la trayectoria, honor otorgado a Philip Roth y Arthur Miller, entre otros.

También fue nominado a un premio Oscar por la cinta animada «Icarus Montgolfier Wright», y a un Emmy por su obra para TV «The Halloween Tree». Su fama incluso llegó a la Luna, donde astronautas del Apollo nombraron un cráter Dandelion en honor a «Dandelion Wine» («El vino del estío»), su bienamada novela sobre el momento mágico de la transición a la mayoría de edad. Un asteroide fue nombrado 9766 Bradbury.

Nacido Ray Douglas Bradbury el 22 de agosto de 1920 en Waukegan, Illinois, el autor una vez se autodescribió como «ese bicho raro especial, el hombre con el niño adentro que lo recuerda todo». La familia de Bradbury se mudó en 1934 a Los Angeles, donde se convirtió en un cinéfilo y lector voraz. «Nunca fui a la universidad, así que iba a la biblioteca», explicó.

Trató de escribir al menos 1.000 palabras al día, y vendió su primera narración en 1941. Lo publicaban en revistas baratas hasta que finalmente fue aceptado por publicaciones de prestigio como The New Yorker. El primer libro de Bradbury, una colección de cuentos cortos titulada «Carnaval negro», se publicó en 1947.

Era tan pobre durante esos años que no tenía oficina o siquiera un teléfono. «Cuando sonaba el teléfono en la gasolinera al otro lado de la calle de nuestra casa, corría a atenderlo», dijo.

Escribió «Fahrenheit 451» en la biblioteca de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), en máquinas de escribir que alquilaba a 10 centavos la media hora. Dijo que llevaba una bolsa llena de monedas de 10 centavos y que terminó el libro en nueve días, a un costo de 9,80 dólares.

Aunque algunos académicos dudaron de esa historia, diciendo que es imposible que haya creado una obra maestra como esa tan rápidamente, Bradbury sostuvo en varias entrevistas con The Associated Press a lo largo de los años que así fue exactamente como lo hizo.

Pocos escritores podrían igualar la inventiva de sus tramas: un chico se burla de un vampiro llenándolo de monedas de plata; un dinosaurio confunde una sirena de niebla con una llamada de apareamiento; Ernest Hemingway es traído de vuelta a la vida en una máquina del tiempo. En «El hombre ilustrado», una de sus historias más famosas, el tatuaje de un hombre predice un hecho horroroso: va a asesinar a su esposa.

Orador dinámico de voz retumbante y distintiva, Bradbury podía ser contundente y brusco. Pero también era un hombre gregario y amigable, accesible en público y a menudo generoso tanto con sus lectores como con sus colegas.

En el 2009, durante un charla con motivo del primer aniversario de una pequeña biblioteca en el Valle de San Gabriel, en el sur de California, exhortó a los presentes a vivir como dijo que él había vivido: «Haz lo que amas y ama lo que haces».

«Si alguien te dice que hagas algo por dinero, mándalo al demonio», gritó en medio de un efusivo aplauso.

Hasta casi el final de su vida, Bradbury resistió una de las innovaciones que ayudó a anticipar: los libros electrónicos, que comparó con metal quemado al exhortar a los lectores a apegarse a los placeres anticuados de la tinta y el papel. Pero a finales de 2011, cuando los derechos de «Fahrenheit 451» estaban por renovarse, cedió y permitió que su más famosa novela se publicara en formato digital. En retorno, recibió una gran suma de dinero y una promesa especial de Simon & Schuster: la editorial aceptó colocar el e-libro en las bibliotecas, el único libro de Simon & Schuster hasta ese momento que los clientes de bibliotecas podían descargar.

Bradbury deja cuatro hijas: Susan Nixon, Ramona Ostergren, Bettina Karapetian y Alexandra Bradbury. Marguerite Bradbury, su esposa por 57 años, murió en el 2003.

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