Roberto Noboa nos muestra otras realidades en NoMíNIMO

Guayaquil.-  «41.214» es la exposición individual del artista guayaquileño Roberto Noboa (1970) que se exhibe actualmente  en espacio cultural NoMínimo, y que permanecerá hasta el cinco de enero.

Roberto estudió arte en Clark University, al Noreste de los Estados Unidos, durante cuatro años. En el año 93 expuso en el Salón de Julio de julio Fundación de Guayaquil y obtuvo una mención de honor. En 1994, hizo su primera exposición individual en galería dpm. Y en el año 1996 comenzó una maestría de arte en la New York University con una concentración en pintura. «Fueron dos años extraordinarios, porque en Nueva York hay tanto arte y tanta energía creativa», dice el artista.

Desde entonces ha expuesto en Latinoamerica, Estados Unidos y Europa.

Roberto recuerda con gran cariño su época de estudiante en Clark University: «Fue una época increíble», afirma con entusiasmo, «cada vez que me acuerdo, la añoro… cuando entré a ése departamento de arte, sentí que había estado allí mil veces antes. Entré, y olía a pintura, a óleo, sentí como que era mi casa, como que yo pertenecía allí. Entraba a la biblioteca y me llevaba todo los libros que yo podía cargar hasta mi casa. Fue una época de mucha búsqueda, de aprender, de tener curiosidad por muchos pintores, de pintar, de dibujar, con profesores que extraño, con los que mantengo contacto. He regresado a exponer en la universidad».

"Las peores decisiones"
«Las peores decisiones»

Sobre el nombre de su exposición Roberto dice: «La exposición es el trabajo de un año de pintura, no está todo, pero he traído las pinturas que siempre fueron trabajándose unas al lado de otra, porque las tengo alrededor en mi estudio, y desde las siete de la mañana que empiezo a trabajar, las pinturas me llaman. Es una colección de imágenes o de símbolos que uno va capturando por diferentes sitios, o que uno recuerda, o inclusive que uno trata de adelantarse en el tiempo, a lo que podría venir».

«Se trata de estas historias que, normalmente, se nos escapan de las manos, son historias, sobre todo, con situaciones que nos controlan, sin que estemos conscientes de ello. En esta exposición hay espíritus, hay ese mundo del que no estamos conscientes de que está, pero que está allí todo el tiempo, y trato de hacerlo visual, y trato de que la obra se sienta que no se puede llegar a comprender del todo, trato de que al mismo tiempo de tener la experiencia de verla, nos cause alguna incertidumbre, algún tipo de sorpresa, o de  ansiedad, o de paz. Algunas obras tienen más silencio, y otras tienen más ruido, como el cuadro «Omed parte III de Cefalea», que es un mundo que se está retorciendo, que está comenzando como que a girar. Trato sobre todo de crear ambientes donde no se sabe exactamente qué es lo que esta pasando, porque nuestra vida tiene eso, que no sabemos exactamente hacia donde vamos».

Roberto Noboa con la obra "Omed parte III de Cefalea"
Roberto Noboa con la obra «Omed parte III de Cefalea»

«Esa incertidumbre», continúa Roberto, «se siente a diario en nuestra vida, al menos eso me ocurre a mí, ¿a dónde estamos llevando nuestra propia vida?, ¿podemos influir en los que nos rodean de una manera positiva?, ¿de qué tamaño es nuestra vida al lado de la existencia del universo? Tratamos de sentirnos grandes, pero somos realmente un puntito que anda por el mundo tratando de dar sentido y de aportar con todas las fuerzas posibles y apasionadamente en nuestro propio trabajo, porque la vida no tiene más propósito que el ser y el evolucionar como seres. A veces nos metemos demasiado en el día a día, y hay cosas muchísimo más importantes, y cada uno desde su propio espacio aporta tremendamente con energía».

Roberto es casado y tiene dos hijos, le gusta aprovechar cuando la casa está en silencio, cuando sus hijos se han ido al colegio, para entrar en su estudio y ponerse a trabajar. «Es la mejor hora porque hay un silencio espectacular y uno está lúcido, descansado», asegura, «me quedo de largo hasta el mediodía que hago una parada para el almuerzo,  y luego continúo en el estudio».

Pinta todos los días, y, además, ha sido profesor de arte de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, UESS, así como del Instituto Tecnológico de Artes del Ecuador, ITAE, y da clases particulares en su estudio. Le gusta mucho dar clases a los jóvenes, porque encuentra en ellos una gran libertad y creatividad, donde no hay prejuicios, sino mucha recepción a lo nuevo. «Porque siempre hay que buscar lo nuevo, pensar qué se puede hacer para salir de lo que uno ya conoce, porque la zona de confort es terrible, debería aterrar, porque allí es donde ya la persona se queda dormida», afirma enfáticamente.

Para Roberto su trabajo es una forma de meditar. «Desde que entro al estudio trato de tener una especie de meditación con el trabajo: el acto de pintar, de utilizar pintura, una brocha, de aplicarla en una tela y dejar que las ideas comiencen a trabajar por sí solas, muchas veces, hacen que uno esté consciente de su propia respiración. Yo sí creo que hay mucho que decir por parte de  todos desde nuestro propio trabajo, y creo que debemos estar alerta a todo lo que podemos dar, sin ser críticos, porque todos tenemos un crítico, y si prestamos demasiada atención al crítico, las ideas o la creatividad se opacan. La creatividad puede ser un instrumento muy fuerte para la vida, se la asocia al arte, pero la creatividad está en todo».

"41.214"
«41.214»

«La creatividad está gritándole a uno, pero el crítico quiere que uno sea igual a todos. Yo les digo a mis alumnos que al crítico tienen que visualizar y dejarlo afuera del salón, y entrar sin el crítico, para poder trabajar en paz. Porque todos somos únicos e irrepetibles, y tenemos que valorar mucho nuestra propia energía, nuestro propio yo, con nuestras virtudes y defectos, errores y aciertos, porque el arte no tiene que ser algo perfecto, pulcro, sino que tiene que tener sus contradicciones».

Su obra fue seleccionada, entre otras propuestas de todo el Ecuador, para ser expuesta en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito en el mes de noviembre del 2014,  donde tendrá tres salas grandes, para poder efectuar un recorrido de como ha ido trabajando a través del tiempo».

«Porque todo tiene un camino», dice, «uno no puede saltarse etapas en el arte. Ahora hay en el arte una falsa noción de éxito. Se trata de hacer que el arte se trate de fama, como ocurre mucho en países grandes, donde se crean modas, y a los artistas se los trata como a estrellas, y tratan de llevarlos por un camino, como si el arte tuviera una única verdad, y los chicos que comienzan tratan de encasillarse en esa moda, y de seguir esa moda, y no a su propio artista. Por eso, yo digo que el arte es de todos los días, de trabajo diario, con errores y con aciertos».

También tiene otra exposición en Quito en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Flacso, al mismo tiempo. «Pero siempre están saliendo otras exposiciones en el camino», afirma, «esta exposición se abrió el miércoles, pero el jueves yo ya entré al estudio a trabajar»

Roberto asegura que siempre ha contado con el  apoyo incondicional de sus padres: «desde el principio, con cada dibujo, con cada cuadro, era como una fiesta», dice, «eso es algo que trato de trasmitirlo a mis dos hijos, trato de inculcarles esto de valorar lo que hacen. Mi esposa también me ha apoyado siempre, ella se mete en mi estudio y opina, ella es muy original y tiene una forma particular de ver las cosas, por lo que siempre es importante oírla. Yo sí siento que he tenido mucho poyo y lo valoro y le agradezco eso a la vida, porque uno no se sabe como va a ser el futuro y qué nos tiene deparado, pero trato de estar agradecido, y de ayudar en lo que se pueda».

NoMíNIMO está ubicado en Plaza Lagos Town Center, edificio Mirador, planta baja, local 4, en el km 6.5 de la vía Samborondón.

mrjc/Fotos LaRepublica.ec

Jeannine Zambrano, Valeria Coronel y Antonio Jurado en la inauguración
Jeannine Zambrano, Valeria Coronel y Antonio Jurado en la inauguración

 

 

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