Enrique Vila-Matas: entrevista a un prosista sin límites

Enrique Vila-Matas, en Barcelona. Foto de Miguel Molina para La República.

Era 1971 en Melilla, a orillas del Mediterráneo. Dentro de la trastienda de un colmado militar el joven Enrique Vila-Matas escribía su primer libro, ‘Mujer en el espejo contemplando el paisaje’. Se encontraba haciendo el servicio militar, que no le interesaba para nada. África, sin embargo, le descubrió su vocación.

– Enrique, ¿por qué escribes?

– Para pasar el tiempo. Así ocurrió desde mi primer libro, empecé escribiendo para hacer algo, para ocupar el tiempo en algo que me parecía interesante.

Había fracasado en su intento de volverse loco para que lo enviaran de vuelta a Barcelona (se tomó una botella de coñac y anfetaminas, rompió filas en la formación y lanzó la escopeta al aire). Después de una estancia –premeditada por él– en la sección psiquiátrica del hospital militar, le encomendaron la misión de investigar el robo de cajas de whisky al economato del cuartel en Melilla. No le fue difícil descubrir que el autor de los robos era el comandante. Después de aquello, tuvo mucho tiempo para escribir.

Hoy, éste hombre alto, de contextura gruesa y mirada penetrante es uno de los autores más visibles de la lengua castellana. Ha ganado los premios Ciutat de Barcelona, Herralde, Nacional de la Crítica, el de la Real Academia Española, el Rómulo Gallegos, el Formentor y muchos otros. También es chavalier de la Legión de Honor Francesa y es Rector (desconocido) de la Universidad Desconocida de Nueva York.

– ¿Qué es para ti la novela?

– Algo todavía por hacer. No se ha explorado ni el diez por ciento de las posibilidades que tiene la novela. 

Vila-Matas considera que ninguna de sus obras, excepto ‘Dublinesca’, tiene el rango de novela en el sentido tradicional. Para él, la novela ideal sería ‘Tristram Shandy’ de Laurence Sterne. Es un entusiasta de exploraciones audaces como las de Thomas Pynchon, Don DeLillo o Foster Wallace en Estados Unidos, así como las de César Aira y Mario Levrero en América Latina, escritores que han entendido la flexibilidad del género novelístico.

– ¿Cuál es tu terreno?

– Yo me permito no hacer novelas. Hago paseos en prosa.

No le hace gracia que la crítica intente encasillar sus libros de acuerdo a géneros literarios o tendencias. Para él son únicamente libros y piensa que es un mérito escapar de la novela. Por ejemplo, ‘Bartleby y compañía’ (2001) es un cuaderno de notas al pie de página que comentan un libro que, en teoría, no existe. Es partidario de utilizar gran cantidad de citas y le agrada suponer que aquello alude a las técnicas del cine de Godard.

Vila Matas

– ¿Has inventado muchas citas?

– La mitad y con el tiempo serán más, como venganza a los que me critican por utilizar tantas.

La utilización de citas literarias en la obra de Vila-Matas ha sido elogiada, por sus adeptos, como geniales experimentos de metaliteratura. Para él, sin embargo, se trata de un juego mucho más sencillo.

– Es una manera de mostrar que se puede hacer muchas más cosas de las que nos dicen que podríamos.

Vila-Matas sabe lo que busca con su obra. No compite, al igual que Borges, en el terreno en que puede perder. Está consciente de que si decide escribir novelas convencionales otros escritores, como Almudena Grandes, le podrían ganar por knock out. El suyo es un territorio creado por él mismo, muy singular, libros sobre la nada, muy personales y extraños, como ‘Historia abreviada de la literatura portátil’ (1985) y ‘El mal de Montano’ (2002).

– ¿Te importa la crítica?

– Al principio fue muy buena para saber lo que tenía que hacer: justamente lo que no les gustaba a ellos.

Opina que los críticos madrileños son una burbuja desligada de Europa y de los otros continentes. Afirma que en Madrid los escritores se creen el centro de la escritura en español, por eso el desprecio hacia la literatura latinoamericana.

*

Su vínculo con América Latina es estrecho, Vila-Matas es un gran lector de la literatura de este lado del océano. Tanto la conoce que celebra la obra de dos escritores ecuatorianos que lo han cautivado, Pablo Palacio y Leonardo Valencia. Precisamente por esos lazos con los escritores latinoamericanos es el Rector (desconocido) de la Universidad Desconocida que es, en realidad, el centro de encuentros culturales y talleres literarios que el librero uruguayo Javier Molea ha montado en la librería McNelly Jackson de Nueva York. Vila-Matas ha leído textos suyos para los estudiantes de esa oculta alma mater, que cuenta en su nómina de profesores (desconocidos) con los escritores chilenos Lina Meruane y Carlos Lavel.

– ¿Hay interés en Nueva York por escritores del castellano?

– Bolaño abrió mucho territorio. Yo ya he publicado cuatro libros y el año que viene pienso publicar dos más. 

El 21 de noviembre de 1996, mientras Vila-Matas tomaba un jugo en el Bar Novo de Blanes, conoció a Roberto Bolaño. Aquel día, el autor barcelonés creyó haber reconocido en el chileno a un ‘escritor de antes’, es decir, uno de verdad, un ser anclado en un loco romanticismo por el libro.

Vila Matas y Bolaño

– ¿Qué fue lo más trascendente de tu amistad con Bolaño?

– Encontrar un alma hermana en cuanto a lo literario, podíamos hablar de lo que nos interesaba a los dos. Nos unía el entusiasmo por la escritura.

– Juan Villoro dice que ustedes, sus amigos, no sospechaban que Bolaño sería una leyenda.

– Naturalmente que no. Sabía que era buenísimo escritor pero no que era un mito del siglo XX. Entre nosotros nos divertíamos, discutíamos, nos peleábamos. Una vez me echó de su casa porque estuve impertinente. Si hubiese sabido que me echaba un mito me hubiese quedado desecho.

*

Si bien Ernest Hemingway no fue su ídolo literario de juventud, Enrique Vila-Matas aprendió de él que el clima, por ejemplo la lluvia, se suele meter en los textos. Hoy, de hecho, hace buen tiempo. Un sol primaveral baña de claridad las calles de Barcelona. Pronto vendrá el verano y el calor. Conversamos en la Librería Bernat, que es como su segunda oficina.

Vila Matas

– ¿Te interesa la solución al misterio del universo?

– Fui a buscarlo a Kassel.

En el verano del 2012, movido por el ofrecimiento de que le sería revelado el misterio universal, Vila-Matas participó en la Documenta 13. Se trata de la exposición de arte contemporáneo más grande del mundo que, cada 5 años, desde 1955, se realiza en Kassel, una ciudad alemana a orillas del río Fulda.

Aquella experiencia de una semana con lo más destacado de la vanguardia mundial es la materia de su último libro, ‘Kassel no invita a la lógica’ (Seix Barral, 2014). Un reportaje novelado –así lo define él– que persigue el sentido del arte. En cierto punto de su narración escribe: “Hay que escuchar a los artistas, nunca como en nuestros días han sido tan necesarios. Son lo contrario de los políticos.”

A Vila-Matas le entusiasma el arte contemporáneo. Por eso en su libro lo contrasta con la idea de la crisis europea.

– ¿Qué critica tu libro?

– Lo más importante es la idea de la tragedia europea, de desastre, de ruina cultural e incluso económica. Critico el fin de Europa como contrapunto del humor, de la felicidad y del arte.

*

Enrique nació en Barcelona en 1948. ‘Kassel no invita a la lógica’ es la última publicación de una obra que abarca más de 30 títulos. Uno de los periodos que más influyeron en su formación de escritor fueron los dos años que vivió en París, en una buhardilla que le alquiló la novelista francesa Margarite Duras en su casa de la Rue Saint-Benoit. Esa experiencia se narra en su libro ‘París no se acaba nunca’ (2003), que es un juego con ‘París era una fiesta’ de Hemingway, una novela biográfica que Vila-Matas admira por su capacidad de comunicar la alegría de ser escritor.

Vila Matas

– Me sonaba que la buhardilla era gratis. Nunca quedó claro, parece ser que tenía que pagar. Pagué cuando pude pero valores muy módicos.

– ¿Duras tenía, como dices en ‘París no se acaba nunca’, un francés superior?

– Yo le conté a mi amigo argentino Raúl Escaria que en ocasiones no entendía lo que ella me decía y él me respondió que Margarite, como novelista que era, debía tener un francés superior. La verdad es que yo no me daba cuenta que ella bebía y por eso muchas veces su francés era algo extraño.

Margarite Duras, al enterarse de que su joven inquilino estaba escribiendo una novela (‘La asesina Ilustrada’), le obsequió una cuartilla que contenía las claves del arte de hacer novelas. Además de esta cuartilla, Duras le dio una importante lección: el hecho de escribir no implica ser escritor.

– Le mostré un libro escrito por Eva Forest, una presa política de Franco, y Margarite me respondió: “Es interesante, sí, pero no es buena escritora”. 

El escritor, a criterio de Vila-Matas, es alguien que principalmente reflexiona sobre la escritura. Uno de sus libros más emblemáticos es el ya mencionado ‘Bartleby y compañía’, el cual es la historia de un oficinista que rastrea a los escritores del No, llamados también ‘Bartlebys’ en alusión al protagonista de la novela de Melville que tan famosa frase ha dado a la literatura: “Preferiría no hacerlo”. En ella, Vila-Matas indaga en la posibilidad de dejar de escribir sin dejar de ser artista.

– ¿Crees que te convertirás en un Bartleby.

– Sí. No me angustia la idea. De alguna forma, un Bartleby que deja de escribir sigue escribiendo porque su vida es una obra de arte.

Batalla campal de Nantes entre los escritores Enrique Vila-Matas y Leonardo Valencia, a la orilla de los canales del Loira, por el último ejemplar de “Las aguas estrechas” de Julien Gracq. (Foto de David Troya)
Batalla campal de Nantes entre los escritores Enrique Vila-Matas y Leonardo Valencia, a la orilla de los canales del Loira, por el último ejemplar de “Las aguas estrechas” de Julien Gracq. (Foto de David Troya)

Cuestionario de Proust

¿Cuál es su mayor temor?

Perder la salud.

¿El principal rasgo de su carácter?

La seriedad.

¿Cualidad preferida en hombres?

La inteligencia.

¿Cualidad preferida en mujeres?

La inteligencia.

¿Su sueño de felicidad?

Hawái, una palmera, un cocotero y una canción alegre.

¿Héroes o heroínas de ficción preferidos?

Me gusta mucho Canterel de ‘Locus Solus’.

¿Héroes o heroínas preferidos de la vida real?

No tengo.

¿Hecho histórico más deplorable?

Todos los gestos totalitarios de la historia de la humanidad, empezando por el nazismo.

¿Personajes de la realidad que más desprecia?

No los nombro pero tengo una lista perfectamente preparada para publicarla en algún momento, se llama Pelotón de los Torpes.

¿Su lema?

Responderé.

¿Cómo le gustaría morir?

Haciéndome el muerto.

¿Mayor extravagancia?

Yo mismo.

¿Mayor desdicha?

Las de todos los seres humanos. La pérdida de los seres queridos.

¿Lo que más le inspira indulgencia?

Soy cervantino en el sentido, compasivo con los errores humanos.

¿Cual es su compositor favorito?

Schubert, ‘El viaje de invierno’.

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Miguel Molina Díaz

* La entrevista fue publicada originalmente en la revista Mundo Diners, en su edición de septiembre del 2014.

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