El hip hop gamberro y combativo de Molotov pone fuego al Lollapalooza

BANDA MOLOTOV LLEGO PARA OFRECER TRES CONCIERTOS EN LIMA, AREQUIPA Y CUSCO, TRAS DOS AÑOS DE AUSENCIA. ENCABEZADA POR MICKY HUIDOBRO, LA AGRUPACION CONTO QUE ESPERA LANZAR UN NUEVO DISCO A FINES DE AÑO. Foto de Archivo, La República.

Santiago de Chile, 14 mar (EFE).- Los mexicanos Molotov abrieron hoy la quinta edición del Lollapalooza Chile con una descarga de hip hop gamberro y combativo que encendió el tórrido ambiente del parque O’Higgins, adonde arribaron miles de jóvenes para disfrutar de uno de los mejores festivales de indie rock de Latinoamérica.

Impulsores de la transformación musical que revolucionó la escena mexicana a mediados de los noventa -junto con bandas como Control Machete y Café Tacuba-, Molotov es hoy uno de los grupos latinos con mayor proyección gracias a su eclecticismo musical -que transita del rap al rockabilly- y a sus irreverentes mensajes.

Y hoy el público más joven del Lollapalooza, ése que ocupa las primeras filas frente al escenario y no para de saltar aunque la temperatura supere los 30 grados a la sombra, tributó la más cálida de las acogidas a la banda que en sus comienzos fue comparada con Beastie Boys y Rage Against the Machine por su fuerte crítica social.

«Changuich a la Chichona» y «Perro Negro y Callejero» anticiparon la sobredosis de socarronería que iban a entregar al público durante su breve pero intensa actuación.

«¿¡Cómo agua, güey!?», bromeó «Tito» Fuentes cuando le llegó una botella de plástico lanzada por un espectador. Una buena oportunidad aprovechada para demostrar el buen humor y la tolerancia con que están hechos los reyes del rock satírico latino.

Miles de brazos, demasiados bastones de «smartphones» y alguna que otra bandera se agitaban en medio de la masa humana con rabiosas ganas de pasarlo bien.

A primera hora de la tarde, por el recinto del Lollapalooza pululaba una variopinta representación de todas las faunas urbanas, desde jóvenes nostálgicas del «flower power» hasta siniestros que desafiaban el calor con asfixiantes atuendos que parecían sacados de «Crepúsculo», aunque predominaban los minúsculos «shorts» y las breves camisetas.

«¡Puto, puto, puto!¡Putos todos los gobiernos! !Faltan 43, faltan 200.000 y falta justicia en ese pinche país!», gritó Ismael «Tito» Fuentes, recordando la sobrecogedora desaparición de 43 estudiantes en el estado mexicano de Guerrero.

A continuación, Molotov descargó «Gimme the Power», una incendiaria exigencia disfrazada de hip hop incluida en su álbum de lanzamiento «¿Dónde jugarán las niñas?» (1997).

A un costado del escenario, un muchacho se afanaba por traducir en el lenguaje de los sordomudos las combativas soflamas. Cuando no hay voces, el chico se entusiasmaba y jugueteaba con una guitarra imaginaria.

«¡Gobierno de su puta madre!», escupió de nuevo «Tito» Fuentes, que no se mordió la lengua ni por un momento.

«Hablando de gobiernos, esta ‘rola’ habla de la frontera entre México y Estados Unidos», soltó el cantante y guitarrista de Molotov para presentar «Frijolero».

«Si se la saben, a cantar todos juntos», ordenó sin apenas apartarse el cigarrillo de los labios.

Después llegaría «La Raza Pura es la Pura Raza» para demostrar que a pesar de ser una de las bandas favoritas de los premios Grammy y MTV no están dispuestos a hacer concesiones.

Molotov alterna el discurso contra el poder y el rock and roll con la sabrosura de un plato de frijoles.

«¡Se fue la corriente»!, gritan. «¿Qué pedo la luz?».

El incombustible buen humor no abandonó nunca a la banda, integrada actualmente por «Tito» Fuentes (guitarra y voz), Micky Huidobro (bajo y voz), Paco Ayala (bajo, guitarra y voz) y Randy Ebright (batería, guitarra y voz).

Llegó la hora de marcharse y Molotov eligió para cerrar el show «Puto», el tema que en su día tantos problemas le dio con las organizaciones de defensa de la diversidad sexual.

Hoy, en un alarde de corrección política, lo transformaron en una explosiva bomba dialéctica contra los poderosos. EFE

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