Editor de People en español debuta como novelista con «La niña alemana»

Foto de www.authorsguild.net

Miami (EE.UU.), (EFE).- El periodista cubano Armando Lucas Correa, editor de la revista «People en Español», debuta como escritor de ficción con «La niña alemana», una novela con raíces en la Historia con mayúscula y también en su propia historia, en la que las mujeres tienen todo el protagonismo.

Las protagonistas de «La niña alemana» son una abuela que llegó a La Habana de niña en el «Saint Louis», el barco con más de 900 judíos huidos del nazismo a los que en su mayoría no se les permitió desembarcar en Cuba, y su nieta, que vive en Nueva York y perdió a su padre en los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Además de Cuba y Nueva York, la novela tiene como escenario el Berlín de finales de los años 30, en pleno auge del nacionalsocialismo, visto con los ojos de la niña que en 1939 llegó a Cuba y que luego, siendo nonagenaria, escribió a su nieta neoyorquina, que hasta entonces desconocía su existencia

«Yo me crié en un matriarcado», dice Correa en una entrevista con Efe en la que recuerda con gran cariño y admiración a su abuela de origen gallego, la encargada de su cuidado, pues su madre se puso a estudiar ingeniería en los primeros tiempos de la Revolución cubana.

Correa, llegado a EE.UU. en 1991, siempre se sintió escritor, pero no publicó su primer libro hasta 2014, cuando salió «En busca de Emma» (Rayo/Harper Collins), con el que se «desahogó» de la trabajosa experiencia de ser padre mediante una madre subrogada.

Emma tiene hoy once años, dos padres, Armando y su pareja desde hace más de 25 años, el fotógrafo Gonzalo Hernández, y dos hermanos menores, los mellizos Ana y Lucas, también de madre subrogada, dice este periodista que habla abierta y naturalmente de su homosexualidad.

Después de ese libro la editorial Simon & Schuster le planteó escribir una novela, un género con el que había experimentado de joven en Cuba.

«Escribes a los 20 años y piensas que vas a ganar todos los concursos», dice Correa sobre una novela inédita cargada de «lirismo» que solo él conoce y le produce mucha «pena» (verguenza).

La historia de «La niña alemana», escrita originalmente en español y ya traducida al inglés, surgió de una noticia que leyó en la prensa acerca de un cubano radicado en Connecticut que viajó a Nueva York el 11 de septiembre de 2001 y murió en los atentados.

Pero la columna vertebral de la novela es el viaje del «St. Louis», una historia que conoció por su abuela, que era «un poco loca» y decía que Cuba iba a pagar con 100 años de desgracia «lo que había hecho con los judíos».

De los 937 pasajeros de ese barco, que estuvo fondeado junto al Morro de La Habana desde el 27 de mayo al 2 de junio de 1939, solo 28 pudieron bajar en Cuba, porque tenían visas sacadas con anterioridad o porque pagaron los 500 dólares que se les exigió.

El barco, que también fue rechazado por Estados Unidos y Canadá, tuvo que regresar a Europa y sus pasajeros desembarcaron en puertos de distintos países.

Los que más suerte tuvieron fueron los que se quedaron en el Reino Unido, pues otros países acabaron invadidos por los nazis y el destino hizo que muchos de los que escaparon de Alemania por temor a lo que se venía acabaron muriendo en campos de concentración.

Correa ya prepara otras dos novelas, que aunque independientes, forman una especie de trilogía, sobre un episodio histórico por el que siente «fascinación»: «El silencio entre nosotros» y «Los olvidados».

La primera es sobre los pasajeros del «St. Louis» que se quedaron en Francia y la segunda sobre las personas que no pudieron abordar ese barco en Hamburgo: homosexuales y mulatos básicamente.

Correa tuvo ocasión de hablar con tres pasajeros del «St. Louis», Herbert, Judith y Ana María, cuyos nombres aparecen en la dedicatoria del libro junto a los de sus tres hijos, pero los conoció después de haber escrito su novela.

Al contrario de lo que suelen hacer los escritores, solo viajó por los lugares donde se desarrolla «La niña alemana» después de haber colocado la palabra «fin» en la última página.

En esos viajes descubrió que lo que escribió usando su imaginación y cuanta documentación encontró era acorde con la realidad.

Lo único que cambió fue el café donde Hannah, la niña judía berlinesa, se reunía con su amigo Leo antes de abordar con su familia el «St. Louis» en el puerto de Hamburgo el 13 de mayo de 1939.

Cuando llegó a la capital alemana, con la novela terminada pero aún sin publicar, Correa conoció un café que aún funciona como tal y fue propiedad de judíos en los años 30, mientras que el que él había escogido para su novela había sido demolido después de la guerra, así que decidió cambiar el escenario.

«Creo que hubo algo orquestado» en la historia del «St. Louis», dice Correa, quien apunta que el rechazo internacional a acoger a aquellos judíos le sirvió al gobierno de Adolf Hitler para justificar el genocidio. EFE (I)

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