Lula llora y dice que es más honesto que quienes lo persiguen

Lula da Silva, la noche del 4 de marzo de 2016, en Sao Paulo. Foto de la AFP.

SAO PAULO (AP) — La policía de Brasil interrogó al expresidente Lula da Silva por espacio de cuatro horas en relación con el escándalo de corrupción que afecta a la petrolera estatal Petrobras y que salpicó a varios de los legisladores y empresarios más poderosos del país.

El otrora popular presidente, que gobernó el país entre 2003 y 2010, criticó airadamente el registro policial efectuado el viernes por la mañana y su posterior detención, calificando la operación de parte de una campaña para manchar su imagen, la de su partido y la de su sucesora, la presidenta Dilma Rousseff.

«Me sentí como un prisionero esta mañana», dijo Lula, quien ha expresado su interés por volver a optar a la presidencia. «He pasado por muchas cosas, y no soy alguien que guarde resentimientos, pero no creo que nuestro país pueda seguir así».

En un mitin realizado la noche del viernes en Sao Paulo, Lula insistió en su inocencia. «La única respuesta que puedo dar a la ofensa es ir a la calle y decir: estoy vivo y soy más honesto que ustedes. Si ellos son un centavo más honestos que yo, entonces me retiro de la política», dijo con los ojos llenos de lágrimas.

Lula dijo que fue «secuestrado» por la Policía Federal en su apartamento y consideró que la orden judicial que permitió llevarle a comisaría fue una «ofensa personal», al Partido de los Trabajadores (PT) y «a la democracia».

«Fue una falta de respeto a alguien que dedicó la vida a este país», afirmó Lula, quien se denominó a sí mismo como el mejor mandatario «de la historia de Brasil» y «el mejor presidente del inicio del siglo XXI en el mundo entero».

«Si alguien piensa que me va a callar con persecución y denuncia, no sabe que sobreviví al hambre. Y quien sobrevive al hambre es incansable», manifestó.

Lula se ofreció a su partido y a los movimientos sociales para participar en mítines por todo el país y el auditorio, en el que estaba la ejecutiva del PT, le aclamó para que se vuelva a presentar a las elecciones.

«Brasil urgente, Lula presidente», coreó el auditorio, entre ellos el presidente del PT, Rui Falcão, que se encontraba al lado del exmandatario.

En su discurso, Lula también dio un recado a la presidenta Dilma Rousseff y le apuntó que la «solución» a la crisis no pasa por adoptar las medidas que demandan los grandes empresarios, sino por «hacer que el pobre vuelva a ser consumidor y hacer que vuelva a comer cosas que está dejando de comer».

Rousseff, por su parte, expresó su «total inconformidad» con un operativo que innecesario, aunque parecía distanciarse de su predecesor al mencionarlo sólo de pasada durante un discurso la tarde del viernes.

La policía se presentó cerca de las 06:00 del viernes en el domicilio de Lula en Sao Bernardo do Campo, en las afueras de Sao Paulo, y condujo al septuagenario a una comisaría de la policía federal en el aeropuerto de Congonhas. Lula quedó en libertad un interrogatorio que se prolongó durante cuatro horas.

La policía también registró la sede de su Instituto Lula, una organización sin ánimo de lucro, y otras propiedades conectadas a sus familiares. Uno de sus hijos también fue interrogado.

Partidarios y detractores de Lula se enfrentaron en el exterior de varios de los lugares registrados por la policía. Tras su puesta en libertad, sus simpatizantes lo vitorearon fuera de su apartamento para darle la bienvenida.

El juez Sergio Moro, quien dirige la investigación sobre Petrobras, dijo que permitió que la policía trasladara a Lula por razones de seguridad, debido al temor de que manifestaciones pudieran complicar los planes para interrogarlo. También estipuló que la policía no debía esposar ni filmar al exmandatario.

Funcionarios dijeron que están investigando ingresos por 30 millones de reales (8,12 millones de dólares) en pagos por discursos y donaciones realizados al Instituto Lula por empresas de construcción que son actores clave en el caso de corrupción de Petrobras. También investigan si algunas renovaciones y otras obras efectuadas en una casa de campo y un apartamento frente a la playa utilizados por Silva y su familia fueron favores recibidos a cambio de beneficios políticos.

«Nadie está exento de ser investigado en este país», dijo el fiscal Carlos Fernando dos Santos Lima. «Cualquiera en Brasil está sujeto a investigación cuando existen indicios de un crimen».

Fiscales que investigan el caso, conocido como «Autolavado», dicen que empresarios pagaron más de 2.000 millones de dólares en sobornos para hacerse de contratos que otorgaba Petrobras. Parte del dinero, dicen los investigadores, terminó llegando a los partidos políticos, incluyendo el Partido de los Trabajadores, al cual pertenecen Lula y Rousseff.

Algunas de las personas más adineradas de Brasil, incluidos los directores de las principales compañías de construcción, fueron detenidas como parte de la pesquisa, así como decenas de políticos tanto de la coalición de gobierno como opositores.

La reacción del partido gobernante fue mordaz. El presidente del Partido de los Trabajadores, Rui Falcao, emitió un comunicado en video en el que calificó los hechos del viernes como «un espectáculo político» que muestra el «verdadero carácter» de la pesquisa.

«No es para combatir la corrupción, sino simplemente para golpear al Partido de los Trabajadores, al presidente Lula y al gobierno de la presidenta Dilma», dijo Falcao.

Analistas jurídicos dijeron que el hecho de Silva fuera conducido a un interrogatorio indica que cualquier investigación en su contra estaría en una fase inicial.

«La policía todavía está recabando pruebas. No hay pruebas irrefutables porque si las hubiera, no serían necesarios los cateos», dijo Jair Jaloreto, un experto en lavado de dinero en Sao Paulo.

Obrero de una fábrica metalúrgica, Lula da Silva entró a la política como líder sindical, y fue reconocido como alguien que representaba los intereses del hombre común. Su llegada a la silla más poderosa del país fue aclamada en un país donde la política siempre ha estado en manos de una pequeña élite.

Durante sus dos legislaturas consecutivas en el cargo (2003-2010), Lula gobernó con una bonanza económica que sacó a decenas de millones de brasileños de la pobreza y los instaló en la clase media.

Pese a un escándalo de compra de votos que cobró la cabeza del jefe de su gabinete y otros, Lula dejó la presidencia con un alto nivel de popularidad, algo sin precedentes en la política brasileña. Su sucesora, escogida por él mismo, obtuvo la presidencia sin problemas.

La popularidad de ambos líderes se desplomó cuando Brasil se derrumbó en su peor recesión en décadas y en momentos en que la investigación del caso de corrupción implicaba a importantes congresistas del PT. Rousseff se enfrenta a un juicio político.

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Por MAURICIO SAVARESE y JENNY BARCHFIELD, Associated Press. El periodista de The Associated Press Stan Lehman contribuyó a este despacho desde Sao Paulo.

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