Trump empuja a los republicanos a su lado más salvaje

Donald Trump EFE/CRISTOBAL HERRERA

Washington, (EFE).- Aunque Donald Trump pierda las elecciones presidenciales en EE.UU., como parecen adelantar las encuestas, el magnate se ha convertido en la figura más popular de un nuevo conservadurismo populista que podría lanzar al Partido Republicano a una larga crisis de identidad.

Trump tiene todas las características de un político populista y pocas de un republicano al uso: es anticomercio, antiinmigrante, aboga por aumentar el papel del Gobierno en seguridad social e inversiones en industria pesada y afea la actitud de los legisladores en Washington.

Además, el magnate no es amigo de neoconservadores y no cuenta con el apoyo de centros de ideas conservadores como el National Review o el Instituto Cato, sino que se codea con «Mr. Brexit», como se conoce al líder interino del eurófobo Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), Nigel Farage, y tiene como modelo al presidente ruso, Vladímir Putin.

Más arriesgado es el hecho de que Trump, cuyos índices de popularidad entre votantes republicanos está al alza, es defendido a ultranza por los miembros de la comunidad conocida como «alt-right», la ultraderecha alternativa que se nutre de rumores y medra en el ruido de internet.

La «alt-right» se apoya en medios como Infowars o Breitbart, que se han convertido en los principales heraldos entre blancos de clase media, desencantados con la política, con la recuperación económica y que viven en muchos casos ante una constante paranoia hacia el poder de Washington.

«Creo que el Partido Republicano tiene una altísima probabilidad de fracturarse. De que haya un partido ‘alt-right’ y otro partido de centro-derecha que tenga la oportunidad de conquistar al electorado, reparar el daño y recomponer la marca con el paso del tiempo», aseguró en una entrevista esta semana Steve Schmidt, el que fuera jefe de campaña presidencial del republicano John McCain en 2008.

Aunque Trump fracasara estrepitosamente, su figura casi mesiánica para algunos podría no desaparecer, apoyada en millones de incondicionales, lo convierten, pese a la animadversión que despierta en otros, en uno de los políticos estadounidenses más populares.

Algunos como el economista Paul Kraugman consideran que Trump es parte del «nuevo ADN republicano», mientras que el investigador Kevin Mahnken argumentaba este martes en la revista New Republic que «Trump no inventó las tendencias intrínsecas del Partido Republicano, simplemente las explotó».

Pese a todo, en el último sondeo de octubre de YouGov sobre la popularidad de los políticos, Trump cuenta con un índice de popularidad del 34 %, por delante del presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, en caída libre desde hace un año, o el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, uno de los políticos más impopulares.

«Cuando los conservadores del libre mercado se encuentran defendiendo con entusiasmo al candidato más proteccionista desde Pat Buchanan y los cristianos conservadores se ven forzados a decir que el carácter no es tan importante, me temo que la enajenación se ha instalado entre los republicanos», explica David Boaz, vicepresidente del Instituto Cato, en un artículo de opinión.

Muchos miembros tradicionales de la cúpula republicana están virando hacia Trump y al nuevo populismo de derecha antiinmigrante y, en muchos casos, supremacista que representa.

Esta semana, el que fuera presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, dijo que «tal y como pasó en el referendo del Brexit en Reino Unido, Trump va a acabar con un margen del tres o cuarto por ciento más que no sale en las encuestas».

David French, uno de los ideólogos del conservadurismo de libre mercado y uno de los críticos de Trump, ha sufrido personalmente la fractura cada vez más evidente en el Partido Republicano al recibir amenazas por parte de miembros del «alt-right» contra él y su hija, de raza negra.

Tras una década de un republicanismo flirteando con ideas más populistas, desencantado con el propio capitalismo y la globalización que abanderó, Trumppodría haber amalgamado en el llamado el lado más salvaje del conservadurismo estadounidense. EFE (I)

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