No sé si ustedes, pero yo…

Por Fernando Delgado

Rascarse dentro del oído en todas sus variantes, a saber: el fósforo, la uña de guitarrista bohemio, la llave de la camioneta y el gótico rascado con crucifijo.

El placer del snooze, que nos va a dejar dormir cinco minutitos más, manteniéndonos en ese limbo (disculpará el Corcho que use su término predilecto) del no estar dormidos, pero tampoco despiertos, que lleva irremediablemente a llegar tarde al trabajo.

Hecharse un pedo, con hache del hecho de hacerlo, de hacerlo con ganas y con toda la intención de hacerlo, distinto al pedo escapado, que es uno de los horrores sociales por excelencia, porque esos a diferencia de los primeros, siempre, pero siempre, son hediondos.

Reventar las bolitas del plástico con bolitas. Planchar el papel del chocolate con la uña. Ponerse un blue jean recién sacado de la secadora, que se la puso a funcionar desperdiciando gas subsidiado, con el único fin de ponerse un Blue Jean caliente. Cantar en el auto a todo pulmón, alguno de los grandes éxitos de la música para planchar. Abrir la tapa de un frasco de Nutela, meterle el dedo al frasco, chuparse el dedo, y repetir la operación. Comerse tres guineos con dos palanquetas.

Robar fruta…

Bajar porno en la oficina, ver porno en la oficina, filmar porno en la oficina.

Pedir una pizza con intención específica de dejar que se enfríe hasta, el día siguiente, para el desayuno chuchaqui, con cola fría y seguramente sin gas.

Chismear. Hablar de uno. Querer oír sobre lo que se dice de uno.

Pelear por el placer de la palpitación del hígado.

Faltar al trabajo por estar enfermo… de ganas de ver la tele y no salir de la cama. Jurar y rejurar que no recibimos el mail que no nos dio la gana de responder, hasta el día que nos mandaron otro reclamando por una respuesta. No contestar el celular.

Ir a los toros y disfrutar cómo un cruel asesino humano abusa de una pobre bestia de media tonelada, hasta terminar con su existencia de una estocada, que busca cortar médula espinal, atravesar el corazón y producir una hemorragia masiva, lo que ocurra primero o todo eso en el mismo acto, preferiblemente.

Comer algún bicho que está en veda.

No se ustedes, pero yooooo, ¡jamás!

Y por eso, especialmente, por eso, es que estamos jodidos, siempre es el otro, y nunca uno. Todos somos príncipes, todos campeones, gallazos, perfectos incorruptos. Acabo de releer el poema en línea recta de Pessoa, y quería decirles esto.

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