Perdidos en el futuro

Por Bernardo Tobar
Quito, Ecuador

Uno de los problemas con el futuro es que no espera; no hay manera de pedirle una tregua al planeta para que detenga el giro sobre su eje y todos sus habitantes dejen el lápiz sobre la mesa y se tomen un receso hasta que el Ecuador encuentre su hoja de ruta, mientras sigue orbitando en torno al control de la comunicación, a los intercambios epistolares entre las funciones del Estado o a la permanente campaña electoral que soporta el Ecuador desde el velasquismo.

No es solamente la inercia de la política y sus actores, pues hay una fascinación general por las incidencias del poder. Como si fuésemos un pequeño pueblo que recobra el pulso cuando recibe la visita de un monarca, nadie deja de enterarse y comentar sobre el paso de la corte, sus detalles operativos, las llamadas públicas de atención a los cortesanos, cuyas apologías del Che Guevara y otras hierbas hacen innecesarios a los bufones del rey. Medio Ecuador sigue este culebrón sin perderse capítulo, mientras sueña que el buen vivir lo resuelve una Constitución y se avanza por decreto, debate qué hacer con la minería, o pretende hacerse con las propiedades ajenas mediante una ley de tierras.

Los competidores del Ecuador siguen, sin embargo, su marcha por la senda del conocimiento. Empresas suizas exportan chocolates y relojes aunque no producen cacao ni acero, mientras holandesas y alemanas están a la cabeza en la industria mundial de la flor aunque no cultivan rosas, tan solo generan nuevas variedades en laboratorio. En pocos años desde que China instituyó leyes de propiedad intelectual de corte occidental, sus empresas empezaron a liderar el escalafón de las patentes electrónicas. En Japón, Francia y Estados Unidos las empresas de biotecnología avanzan exponencialmente las aplicaciones originadas en la decodificación del genoma, lograda en 2003, con lo cual la reprogramación genética transformará drásticamente el mapa social, las relaciones de poder y las formas de generación de riqueza, disparando la ya enorme brecha que existe entre quienes se elevan en pos del conocimiento y quienes se limitan a desenterrar minerales o colocar semillas en las entrañas de la tierra.

No puede haber agenda para el futuro sin que el futuro sea su tema principal, tema que plantea algunas preguntas: ¿Las presiones sobre la educación están orientadas a estimular la investigación y desarrollo o a introducir progresivamente un patrón ideológico? ¿Tenemos un sistema tributario que permita deducir todo el gasto en educación? ¿Qué necesitan los emprendedores para elevarse creativamente en todo su potencial? ¿Cuáles son nuestras minas de oro, es decir los estudiantes más destacados, el talento humano? ¿Cómo estimular el emprendimiento y proteger la innovación? ¿En qué eslabón de la cadena de agregación de valor queremos ver a empresas y empleados en 20 años? ¿Estamos pensando en sustituir el Código del Trabajo, inspirado por las discriminaciones y rigideces de la industria del siglo XIX, por una nueva ley que regule las relaciones de empresa en la era colaborativa y dinámica del conocimiento? O nos ubicamos en el futuro o nos pasa por encima.

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2 Comments

  1. Me parece lógica esa meta de futuro que plantea, pero debemos aprender a caminar antes de correr.

    De partida nos está comparando con Japón, USA, Suiza, Francia u Holanda.

    Del nivel que parte el Ecuador en desarrollo deberíamos primero superar a Chile, Brasil, Panamá o Costa Rica por ejemplo.

    Y sobretodo debemos apostarle todo a la educación y a la tecnología.

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