Yo también quiero

Por Marlon Puertas
Quito, Ecuador

Volverme millonario, asi nomás. De repente, de la noche a la mañana, sin haberlo imaginado pero con todos los méritos que se necesitan en el Ecuador para integrar la lista de los nuevos ricos.

Yo también soy chofer, de mi propio carro. No conduzco al joven hijo de ningún intocable, pero voy al súper en mi auto, vengo al trabajo y doy vueltas y vueltas sin mucho sentido con el único propósito de que me trague el tráfico de Quito y poder así reunir la primera condición de ser un conductor semi profesional.

Puedo constituir mi propia empresa, violentamente. No sé a qué pueda dedicarse, pero entiendo que en estos tiempos, aquello es lo de menos. Lo fundamental es tener la compañía, un nombre, una dirección, un teléfono y disponer de una persona sentada en un escritorio para que responda cualquier llamada de algún periodista corrugto, no vaya a creer que somos fantasmas.

Conseguir los socios fundadores también me resulta fácil. Tengo hartísimos panas que me prestarían sus nombres, gratis, con la ventaja de que ninguno de ellos está en central de riesgos, de manera que no tenga ninguna mancha mi novel empresa. Todo por la derecha, todo legal, todo transparente. Ya no hay ningún problema con aquello de los prestanombres, porque el tiempo, sabio y generoso, se encarga de enterrar polémicas de hermandad al respecto.

Y luego, sin plata pero con mucha audacia, me lanzaré al mercado a ganar contratos. Mis ofertas serán las mejores, aunque luego no sepa como cumplirlas, eso se verá después. Cierto. Me hace falta una palanca. Una palanca de cambios que ponga en marcha, de una, mi incipiente negocio. Creo que la puedo conseguir, porque en este submundo existen algunas que están a disposición.

¿Qué tengo que dar algo a cambio? Pero si ya lo he dado, de sobra. Mi infinito amor por la patria, mi acción desinteresada por los más pobres, mi permanente e incansable devoción por el líder y mi lealtad por el proyecto a toda prueba. Mis manos limpias, mi corazón que arde. Merezco ser millonario.

¿Qué tengo que dar más? Díganme que más, que yo lo hago. Si es trabajo sucio, me ensucio. Si es de embarrar a otros y de embarrarme yo mismo con lodo, me embarro hasta la jeta. No hay problema, es mi especialidad y dicen que el lodo hasta deja la piel lozana. ¿No ven que guapo que soy?

Les ruego algo adicional: el pedido tiene carácter de urgente. Me han contado que en la alcancía ya no hay mucha plata que digamos y aunque habemos muchísimos aspirantes a salir en Forbes, seremos pocos los elegidos. No va a alcanzar para todos, muchos se quedarán colgados, así que como dicen los colombianos, estoy de afán. El resto puede esperar, ya vendrán mejores épocas. Mis necesidades son inmediatas, ya quiero tener casa con piscina, aunque sea una chiquitita como la de un exgobernador, carros 4X4, un chofer para cada uno de mis hijos. Ah, y un séquito de tuiteros para que respondan a mis detractores. Nada más.

Mi riqueza será producto de mi trabajo, de mi inteligencia y de haber estado en el momento justo, en el lugar preciso. Para que nadie diga nada.

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9 Comments

  1. Bajo las condiciones que pinta, don Marlon, todos queremos.  No, yo no, mis padres, mis abuelos, mis tios, mi familia en una palabra me enseñaron desde pequeño el valor del esfuerzo, la dignidad de ganar el pan en base a trabajo, trabajo honesto, sin pedir ni dar prebendas, sin pedir ni dar favores, sino basado en el estudio, la constancia y la dedicación.

    Debe ser por eso que en mi profesión, soy intérprete profesional, me ha ido tan bien y he conocido el mundo.  Pero, para tener así, como describe su inteligente y punzante artículo, créame que prefiero no tener, mi nombre no tiene precio.

    • – Buenas tardes, ¿hablo con la sede del Partido Socialista del Ecuador?

      – Si, con la misma, ¿en que le podemos servir?

      – Habla el afiliado 345, quiero que me borren de los cuadros porque me saqué la lotería.

  2. YA HAY MUCHOS CANDIDATOS QUE SE HAN PROPUESTO DESTRONAR A DON «DOLORES-ANGUSTIAS»  PINOARGOTE….y por méritos propios….ya solo falta que se reunan en un estudio de grabacion y graben el tema…»YO LLEVO EN EL ALMA UNA AMARGURA»..

  3. A lo largo de la historia; los criminales y delincuentes  -léase «revolucionarios»-  han encontrado en las «revoluciones» una oportunidad de negocio. 
    Por supuesto; la «revolución ciudadana», no puede ser la excepción.

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