Del febrescorderismo al correísmo

Por Mauricio Maldonado Muñoz
Buenos Aires, Argentina

Vivimos en una época en la que nos enseñan a separar el pasado oscuro del futuro promisorio. Lo que fue de lo que vendrá, porque lo que hubo es la noche, lo que viene es el día, la luz. Lo que fuimos ya no seremos. Nos convertimos súbitamente en algo más, avanzamos y nada nos detiene. Eso nos dicen. Por eso estamos separados entre los que están con el poder (correístas) y los que no (anti-correístas). Desde cierta visión del gobierno, la partidocracia que fue y sus nuevos acólitos trasnochados y, por otra parte, los iluminados (exagero un poco -no tanto- para que se entienda). En otras palabras: «estás conmigo o estás contra mí».

Convengamos, sin embargo, que esa es, más que nada, una definición antojadiza de quienes miran las cosas desde los extremos. Si se piensa bien, no estar con el gobierno no le convierte a uno en integrante de la partidocracia o defensor del pasado (esa conclusión es mal intencionada). Por el contrario, bien se puede no estar de acuerdo con el gobierno actual y, a la vez, rechazar lo que se considera dañino de la época precedente. No hay razón lógica para pensar que sean escenarios necesariamente oponibles, al menos para cualquier persona razonable.

Más aún, físicamente algunas personas no podemos ser parte de ese pasado. Ocurre que hay generaciones, como la mía, que durante gran parte de los andares de la llamada partidocracia jugábamos con carros y nos interesabámos más en trompos y tazos que en política. Si es cierto que de a poco se llevaron el país, eso no es aplicable a quienes sin oportunidad temporal, no pudimos hacer algo para evitarlo ni estuvimos en aptitud de apoyarlo.

El recorrido desde el retorno a la democracia no ha sido fácil, hemos tenido traspiés y siempre nos han pasado factura (y el pago lo hicimos todos). Algunas fuerzas políticas tuvieron más éxito que otras y tuvieron también sus aciertos. Me atrevería a decir que sobre todo han destacado dos grupos políticos, el Partido Social Cristiano y Alianza País.

En primer lugar el social cristianismo ocupó gran parte de la arena política, Febres Cordero fue una figura preponderante. Destacó siempre y muchos fueron afines a su fuerte personalidad. Otros, sin embargo, nos sentimos incómodos con lo que sentíamos como una perenne intromisión política y una tendencia a conservar mucho poder más allá de todo el tiempo que duró su Presidencia. Incluso en el tiempo en que ejerció el poder; hasta ahora se pueden leer muchas críticas sustanciales a sus excesos, a su manejo democrático y a otros escenarios como los tanques abajo de la entonces Corte Suprema de Justicia.

Con franqueza debo decir que, como yo lo veo, León Febres Cordero significó un paso funesto a la desinstitucionalización del país y que realizó una labor, en el balance, reprochable (me refiero sólo a su paso por la Presidencia, no por la Alcaldía de Guayaquil). Bastante se puede decir de su gobierno, como mucho se puede decir acerca de otras administraciones, como la de Bucaram, Mahuad o Gutiérrez, sobre lo que no quiero ahondar por efectos de espacio.

Esta época, que el gobierno llama partidocracia, tuvo muchos actores y no se puede decir que haya tenido una fuerza tan imponente como la que hoy ostenta Alianza País, aunque tuvo un exponente principal, como ya expliqué.

Una vez llegado al poder Alianza País las cosas han cambiado y hay un control fuerte del poder sin que se avizore algún oponente que ofrezca mucha resistencia, lo que, por supuesto, preocupa. Sobre todo apena la pérdida de independencia de las demás funciones del Estado y la forma en que se han querido callar algunas voces críticas. Preocupan las instituciones y lo que se legará, los precedentes que quedan en la administración de justicia, la polarización de la sociedad. Según yo, tampoco estos son, propiamente, buenos tiempos.

Es así que la supuesta claridad que nos venden con mucha propaganda, para muchos trae detrás bastante oscuridad; sin que por eso dejemos de señalar aquellas cosas que no queremos del pasado y que a veces se repiten. No comulgar con la visión del gobierno no implica que apoyemos esas medidas que tanto daño nos hicieron en aquel tiempo. Quiero decir, de alguna manera, que hay terceras opciones, que se puede rechazar la malo de antes y lo malo de hoy y hacerse propias visiones de lo que se cree es lo mejor, sin necesidad de ubicarse en las antípodas. En otras palabras, no hay que ser febrescorderista para no ser correísta, supongo que me explico.

La labor de quienes buscamos esta visión más equilibrada es saber definir qué del pasado no queremos repetir y qué del presente no queremos para el futuro. ¿Correístas y anticorreístas? Creo que la vida se trata de bastante más y que nos hace mucho daño reducirnos a veredas contrarias donde nos miramos con revancha y alguna suspicacia.

Más relacionadas

1 Comment

  1. El denominador comun de los gobiernos mercantilistas del Ecuador es la CORRUPCION, algo que en este gobierno no solo que se ha multiplicado, sino que goza de una impunidad,esa si revolucioraria, como nunca antes se vio.

    Desde esa perspectiva no hay correanos o anti-correanos, habemos ciudadanos que exigimos honestidad en quienes nos gobiernan y aquellos que han hecho, siguen y seguiran haciendo anicos del Ecuador, ora PSC ora AP, son la misma miasma, sino me creen preguntenle a Alexis Mera que se ha dado el lujo de comerse a LFC y a CORREA sin despeinarse.

Los comentarios están cerrados.