La verdad y la guerra

Por Juan Jacobo Velasco
Santiago de Chile, Chile

He disfrutado de la lectura de Matar a un elefante y otros escritos, una antología de varios artículos, ensayos y los diarios que mantuvo George Orwell (GO) durante la Segunda Guerra Mundial. Digo disfrutado como podría decir impactado, asombrado, resignado. Esos estados paralelos conviven con el deleite que proporciona una mirada profunda sobre la vida, la historia, la política y la literatura, que pocos intelectuales pudieron edificar como lo hizo el autor de Granja de animales y 1984. No solo por la perfecta estructura con la que el inglés desmenuza los entresijos de muchos conflictos políticos, sociales y existenciales, y, sobre todo, por la vigencia de esas reflexiones.

Fue el más preclaro representante del socialismo libertario inglés, esa mirada política y real que propugnaba una aproximación comprometida con el socialismo pero que descreía del aparataje del partido único del modelo soviético. Fue periodista y combatió en la guerra civil española desde el bando republicano, pero nunca dejó de mirar a la política desde lo acre de sus entresijos. Fue un socialista que luchó contra la estratificación social de su propio país, pero desde la defensa de los derechos civiles, la libertad de expresión y la democracia. Y propugnó esos principios para el resto del planeta, adscribiendo lo que se denominó como internacionalismo o la autodeterminación de los pueblos por la vía democrática.

Como periodista GO supo en qué consistía el control mediático cuando observaba el entramado de los medios controlados por el establishment conservador. La suya fue una lucha por la democratización, escribiendo para las pocas revistas y diarios laboristas y socialistas. Desde esa trinchera reflexionó sobre cómo funcionaban los medios como control de masas, especialmente en los regímenes totalitarios, de la índole que fueran, algo que quedó magistralmente relatado en 1984.

Lo excepcional de GO fue su valentía para reflexionar sobre los conflictos de la geopolítica viviendo los inmisericordes bombardeos alemanes y desbrozar la lógica con la que se manejaba la información desde todos los frentes en la guerra. Fue parte de la emisión Oriental de la BBC y tenía acceso a los contenidos tanto del Eje como de las fuerzas aliadas. Reporteaba en el estrecho margen que le daba una autocensura obligatoria. Pero no dejó de mirar el motivo detrás de las noticias y los juegos políticos. En el seguimiento diario de un terreno tan escabroso como el del control mediático en un conflicto bélico –aclarando el por qué lo primero que muere en una guerra es la verdad- sugiere que la guerra –contra quien sea- es una excelente oportunidad para controlar la verdad y oficializarla, reescribiendo la historia pasada, presente y futura. GO cifra su esperanza en la victoria de unos principios fundamentales como la libertad de expresión, como fuerza motora para asegurar la paz social y entre los pueblos.

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