Por Xavier Vizcaíno
Quito, Ecuador
Si es verdad que el ser humano es animal de costumbres, lo somos cada vez más. Más humanos, quiero decir, porque lo de animales nunca ha estado en duda. Ruego que no se ofendan las damas ni los caballeros elegantes, que ahora visten como dandis de cóctel diplomático, ya que cuando hago referencia a nuestra condición faunística me refiero exclusivamente al reino natural al que pertenecemos, que además de animal, resulta muy animado en razón de las frecuentes y divertidas animaladas que nos entretienen; tan habituales que ya nos hemos acostumbrado a ellas. Por favor, rebobine usted 24 segundos de lectura y encontrará que ha sido demostrada la proposición inicial de este artículo.
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