La Tejedora de Sombras

Por Miguel Molina Díaz
Quito, Ecuador

Por lo general los sucesos más extraordinarios de la vida se presentan sin necesidad de buscarlos. Incluso sin quererlo. Casi por error. Así fue cómo Jorge Volpi, uno de los autores más emblemáticos de nuestros días, se vio frente a la historia de Christiana Morgan. Se encontraba trabajando en su novela No será la tierra, sobre el fin del Imperio Socialista vencido por el capitalismo, y tenía la intención de incluir a Theodor Kaczynski –más conocido como Unabomber–, como uno de sus personajes. Kaczynski –según descubrió Volpi–, antes de convertirse en el terrorista que durante años fue el autor de paquetes bomba, había sido conejillo de indias en un experimento psicológico de la Universidad de Harvard, dirigido por el profesor Henry Murray. Mientras Volpi se dedicaba a rebuscar en la vida de Kaczynski, descubriendo en el trayecto que la experimentación psicológica lesionó severamente su psiquis, encontró pasajes de la vida del Profesor Murray que le resultaron inimaginables.

El “Unabomber” no fue incluido como personaje de No será la Tierra. Sin embargo, durante largos años, todo lo que había leído sobre la impensable vida sentimental del profesor Murray le fue obsesionando. Debía, necesariamente, descubrir el oscuro y sombrío vinculo entre Murray y Christiana Morgan, así tuviera que rastrearlos hasta el fin de los días. Tuvo que leer biografías apasionantes –incluso una redactada por la ex esposa de J. D. Salinger en la que abiertamente se defendía a Christiana Morgan–, así cómo lograr el nombramiento de investigador visitante en Harvard para, durante 8 meses, perderse en los documentos de Morgan y Murray, tratando de armar el rompecabezas de lo que habían sido sus vidas.

El resultado de la investigación –obsesión– de Volpi es La Tejedora de Sombras. Una de las novelas más trascendentales que se hayan publicado en este año. ¿Qué se esconde debajo del éxito de los grandes personajes? ¿Acaso una historia enfermiza? ¿O un amor abismal? Esas respuestas, probablemente, pueden ser resueltas por Christiana Morgan. Lo que se esconde –o se teje en una oscuridad inquebrantable– no es solo una relación enloquecedora -¿acaso clandestina?– entre el Profesor Murray y Christiana Morgan, sino una experimentación en los predios más absurdos del psicoanálisis, monitoreada precisamente por una de las figuras más relevantes de la psicología en el siglo XX, el doctor Carl Gustav Jung.

La historia de Christiana Morgan es la historia de sus trances, de sus visiones, de sus quebrantamientos. Los cuadernos de visiones dibujados por Morgan son una atrevida bofetada a la racionalidad, a los pretextos supuestamente racionales, al tan despreciable sentido común. Los dibujos de Morgan constituyen, radicalmente, una antología al ser humano y los suburbios escondidos de su mente. Volpi ha recogido algunos de ellos en su novela, por ejemplo, el dibujo de una cruz, rodeada por una serpiente sobre la mirada de una mujer, en el cual Christiana Morgan anota: “Una serpiente negra con una capucha se enreda en la cruz. Le pregunto qué hace allí. Me responde: soy la que ha tomado el lugar de Cristo.”

En el ámbito académico, Morgan y Murray contribuyeron con la invención del Test de Apercepción Temática, además de un extraño Estudio Clínico de los Sentimientos, que publicaron en el marco de su trabajo investigativo en Harvard. Más no es esa su contribución a la literatura y a la humanidad, sino sus Díadas (que son el experimento en el que Morgan y Murray se unificaban en un solo ser humano). Las cuales, a nosotros los lectores, nos conducen hacía la revelación de lo que somos (humanos, locos, enfermos, obsesivos, maniacos). La Tejedora de Sombras es la historia sobre la temeraria aspiración de lograr una luz en el intelecto y en la sociedad, de la simple y fornicadora unión de una pareja. Hay relaciones enfermizas que destruyen, hay otras que condenan. Existen relaciones de las cuales no hay escapatoria. Pero Christiana Morgan convirtió a la suya en una luz, en una luz que no se apaga todavía en el siguiente siglo. Gracias a Jorge Volpi y su novela, descubrí a la mujer más libre que he conocido.

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