El liberalismo no es una fiesta

Por Alfredo Jaeggli
Asunción, Paraguay

El diario ABC dedicó su editorial del pasado viernes a los liberales del mundo, conceptuándonos de “cobardes” ante la ausencia de pronunciamientos, o apoyos explícitos a favor del gobierno nacional por parte de los gobiernos liberales de la región. Pretender que liberales formen una horda, o elegantemente una delegación, es desconocer su esencia.

Comprender metafóricamente la diferencia entre el liberalismo y el socialismo es rememorar la fábula recreada por Jean de la Fontaine, atribuida a Esopo, la cigarra y la hormiga. Trabajo, propiedad privada y vida son sus pilares. El liberalismo toma partido por la hormiga.

Pretender manifestaciones que rebosen las plazas por parte de liberales es no entenderlos, puesto que durante ese tiempo se está comprometido con el trabajo, y más que en marchas grupales es posible encontrarlos con declaraciones individuales en las redes sociales. Un grupo de personas no tiene mejor razón que un individuo, por más que la diferencia numérica sea explícita, puesto que la razón es cualitativa.

El liberal es una persona comprometida con su tiempo, que lo dedica en gran parte en producir para el disfrute durante su tiempo de ocio. Muy difícil encontrarlo en todas las fiestas y marchas de protesta, pues considera que su propio esfuerzo es el elemento más importante para la transformación de su destino.

El liberal no espera del Estado sino se compromete a lograr sus metas por su propio arrojo. No busca los culpables en las autoridades nacionales, sino que se concentra en encontrar las soluciones para sortear el obstáculo y continuar el camino hacia su meta. Un grupo de personas puede entusiasmarlo, pero sabe que el logro es individual.

Respetuoso de la propiedad privada no busca meterse en asuntos ajenos, y menos organizar arengas para manipular a la opinión pública, debido a que las ideas también forman parte de la mayor propiedad, su vida. Así, el liberal no pretende utilizar sofismas para el logro de su propósito sino que respeta la autodeterminación del individuo.

El liberal no es un tipo de persona que se acobarde ante los sucesos, sino un ciudadano comprometido con la ley, por lo que entiende que más que una apuesta por la lucha toma postura ante las leyes.

Todo esto no conceptualiza al liberal de “cobarde” tal como entiende ABC. El liberal es un ciudadano comprometido consigo mismo, pues considera que ningún hombre es un medio para el fin de otros sino el fin para sí mismo. El liberal no es tipo aburrido sino alguien que canta al espíritu humano sobre el valor de la libertad, por más que su sentido sea tan antiguo como el hombre mismo.

(*) Alfredo Jaeggli es Senador de Paraguay y presidente de la Fundación Libertad. Su texto ha sido publicado originalmente en el diario ABC Color, de Asunción.

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