«He arado en el mar»

Alberto Molina

Por Alberto Molina
Quito, Ecuador

El cadáver del Libertador Simón Bolívar fue exhumado por orden de Hugo Chávez en la madrugada del viernes 16 de julio de 2010. Los restos del Libertador descansaban en paz en el Panteón de los Héroes venezolanos desde el 28 de octubre de 1876. Simón Bolívar nació en Caracas en 1783 y murió en Santa Marta, Colombia, en 1830. Una de las razones para cometer este sacrilegio es porque Chávez sospechaba que el Libertador fue envenenado con arsénico y que no murió por tuberculosis, versión que se ha sostenido históricamente.

«A Bolívar lo asesinaron, lo querían muerto», ha dicho Chávez en distintas ocasiones y sin ningún fundamento ha declarado, «Yo no me convencí de que Bolívar murió de tuberculosis».
En varias oportunidades Chávez ha acusado a «la oligarquía colombiana» de estar detrás de la muerte de Bolívar, estableciendo analogías entre el gobernante Francisco de Paula Santander y sus «herederos políticos» (Se refiere al ex-presidente Álvaro Uribe y el actual presidente Juan Manuel Santos).

Con la audacia que le caracteriza a Chávez y sin medir sus palabras, señaló: “Lo mataron a Simón Bolívar. Creo que lo asesinaron. Lo digo y asumo mi humilde responsabilidad ante el pueblo y ante la historia. No tengo pruebas, no sé si las tendremos, pero son las circunstancias».

La Academia de Historia de Venezuela, señaló en un comunicado que la exhumación de los restos del Libertador, constituye el «irrespeto más grave que se haya hecho al Libertador Simón Bolívar».

A los dos años de la exhumación del cadáver de Bolívar, de acuerdo a un libreto mediático minuciosamente preparado para tiempos de campaña electoral, en un acto en el Teatro Nacional, Chávez exhibió el “verdadero rostro” de Bolívar.

Chávez ha manipulado permanentemente la figura del Libertador, a tal punto que este episodio -exhumación del cadáver y la exhibición del “verdadero rostro” de Bolívar- ha causado el repudio y condena de gran parte de Venezuela y de ciudadanos de Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú, países en donde se lo considera padre de las patrias que las liberó y su figura es venerada.

Frente a estos actos teatrales, si Bolívar se levantaría, al ver la situación de la mayoría de países que liberó, especialmente de Venezuela, con indignación nuevamente exclamaría: ¡He arado en el mar!

* Alberto Molina Flores es coronel de las Fuerzas Armadas del Ecuador.

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3 Comments

  1. que gana con eso Chavez nada solo buscar protagonismo y si murió de arsénico Bolívar recuerden que en esa época era común ese químico como remedio no como veneno hasta es bruto para exponer su teoría este dictador 

  2. Este populismo huérfano de ideas se apropia de personajes e ideas ajenos, tergiversando a su conveniencia los hechos, torciendo en su beneficio las palabras, de tal manera que se ajusten a su pensamiento, dejando de lado aquello que no le conviene.

    Si Bolívar murió envenenado, eso es cosa del pasado, que obsesión necrológica la de muchos latinoamericanos, o si murió tuberculoso, mi padre siempre ha asegurado que es así tanto que su amante quiteña murió de igual manera por eso fue lanzada a la fosa común, repito eso es asunto del pasado, ya no cambia para nada nuestra historia actual, excepto, claro, para aquellos a quienes conviene aferrarse a estos fantasmas del pasado para convertirlos en plataforma electorera.

    Lo mas sano es dar tierra, literalmente, a este asunto y honrar la memoria de Bolívar mediante gobiernos que liberen a sus pueblos de las pesadas cadenas impositivias, de las cadenas de la demagocia barata y vacía, de las cadenas de la falta de libertad de expresión, ese sería un verdadero homenaje a Bolívar.

    • Hermosas palabras… muy hermosas, me robo tu último párrafo para un futuro y añado: 

      Romper las cadenas de la ignorancia con educación planificada, liberarnos de la corrupción de gobiernos autocráticos y egoístas, liberarnos de las injusticias con un manejo probo y recto de las Leyes y la Constitución. Romper en fin, las cadenas culturales que impiden a las personas hablar y que permiten que alguien hable a nombre de ellas, para exonerarlas de proponer soluciones o de responsabilidades, consintiendo que el Estado se convierta en una gran agencia de empleos y haciéndonos de la vista gorda ante la prepotencia con que actúa la ambición cuando se reviste de poder… Solo así no se arará en el mar.

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