Odiar a los gringos

Por Vicente Albonoz
Quito, Ecuador

El populismo consiste en implementar políticas que suenan bien, que despiertan muchas emociones y que presentan al mundo en blanco y negro, pero que al final hacen daño a quienes las aplican. El antiamericanismo, encarnado hoy en el asilo a Assange, es otro buen ejemplo.

El conceder ese asilo va en la línea de ‘apoyar a quienes hagan daño a los norteamericanos’. En general, apoyar a quien hace un daño ya es una política destructiva, al igual que es un doble error creer que «los enemigos de mis enemigos son mis amigos». El doble error consiste en que esa máxima serviría únicamente en un mundo donde sólo existan el blanco y el negro, donde sólo se pueda ser amigo o enemigo y donde el que odia al que yo odio no puede ser malo. El mundo real es mucho más complejo que eso y de hecho sí ocurre que los enemigos de los enemigos son peores que los propios enemigos (gracias por leer ese trabalenguas).

La segunda parte del doble error está en que los Estados Unidos no son nuestro enemigo.

Claro que hay gente que sigue creyendo que todos nuestros sufrimientos se deben a esos perversos imperialistas, pero deberían darse cuenta que nuestros problemas casi siempre los han causado los malos gobiernos que nosotros mismos elegimos. Los EE.UU. son nuestro principal socio comercial, el primer destino de nuestras exportaciones, principal origen de nuestras importaciones y de la inversión extranjera en nuestro país. De ahí vienen la mayor cantidad de los turistas que nos visitan y ese país emite la moneda que usamos.

Evidentemente los norteamericanos no son perfectos. En ocasiones pueden ser incultos y soberbios, pero nadie es perfecto en este mundo (ni siquiera los ecuatorianos lo somos).

El 28 de marzo de 1954 el Ecuador firmó la Convención sobre Asilo Diplomático de la OEA y nuestro congreso la ratificó el 20 de marzo del año siguiente. El artículo 3 de ese tratado señala que «No es lícito conceder asilo a personas que al tiempo de solicitarlo se encuentren inculpadas o procesadas en forma ante tribunales ordinarios competentes y por delitos comunes» (ese tratado tiene fuerza de ley en el Ecuador).

Pero nada de eso importa, lo único relevante es lograr que los latidos de los corazones sean más rápidos por la emoción de hacerles sentir a los gringos que no son los dueños del mundo, que hay un país dispuesto a mostrarles el puño. No importa que los Estados Unidos no renueven el Atpdea, no importa que no haya TLC con Europa, no importa despreciar a uno de los mejores sistemas judiciales del mundo (Suecia) ni ignorar un tratado internacional.

El Atpdea con los EE.UU. y el TLC con Europa generarían empleo y riqueza y respetar los tratados internacionales nos daría seguridad jurídica, pero nada de eso importa porque ahora estamos castigando a los gringos.

* El texto de Vicente Albornoz ha sido publicado originalmente en El Comercio.

Más relacionadas

1 Comment

Los comentarios están cerrados.