Y todo por una pastillita

Leo Parra
Loja, Ecuador

Me acaloré en una discusión con una tuitera que se dio a conocer por sus opiniones vertidas sobre la legalización de la llamada ’píldora del día después’; en esta charla abarcamos temas que van desde la parte científica del aborto hasta los detalles que determinan si el uso del fármaco es efectivamente un causante de la no implantación de un ovulo fecundado o un medio que evita la fecundación.

Los resultados fueron claros, y es que no había un resultado claro. Existe un número de variables (día del ciclo, tiempo de consumo desde el acto sexual, etc) que determinan si el uso de la píldora es realmente abortivo. Generalizar en un campo de variables sería un error en el que podemos caer cuando nos mueven convicciones que no responden a la lógica. Ejemplo de esto fue un grupo de personajes en Twitter que empezaron a ridiculizar a la activista en lugar de debatir conceptos. acto por el cual yo reclame respeto y me expuse al mismo tipo de intento de mofa.

Más allá de esto la conversación me lleva a un punto interesante del tema, la naturaleza humana de los (posibles) usuarios de este método y que circunstancias los llevan a recurrir al medio. Conozco personas que han recurrido al aborto como medio de evitar la carga que implica una paternidad sobre sus jóvenes vidas, y efectivamente suelen ser muy pocos los casos en los que las parejas pueden afrontar económicamente la consecuencia. Un compañero de colegio tuvo que dejar los estudios a los 16 para poder ejercer como jefe de familia; ahora posee estabilidad económica y 2 hijos de los cuales puedo dar testimonio se siente orgulloso. Sin embargo el tomo la decisión de poner frente a sí mismo esta realidad para ser quien es hoy en día.
El fue consciente y decidió.

El problema viene cuando una persona o grupo considera que su conocimiento se halla sobre el de los demás y plantea que la decisión no exista en la persona, sino que la consecuencia debe darse sin oportunidad de respuesta. Sé también que no debe escaparse a la realidad, muchos de nosotros hemos tomado las salidas más fáciles en la vida para no tomar una responsabilidad. Sencillamente somos débiles.

La prohibición sobre un hecho nos ha enseñado ser una mala solución ante los dilemas sociales; se fomenta el crimen y la clandestinidad reduciendo la calidad de la fruta prohibida a la cual no podemos lograr que los demás acepten como un vicio al igual que nosotros en la intimidad de nuestra conciencia.

Si no se puede prohibir el diferir, al menos deberíamos dar opción y educación sobre el tema; y es lo que en la mayoría de países que he tenido oportunidad de conocer, por los vastos medios de información que nos facilita el Siglo XXI, se hace. Es una solución larga y costosa pero con mejores resultados en la población ya que permite que esta no sólo evite el problema sino que aprenda de él.

¿Y qué hacer con la pastilla de la discordia?

Lo mismo que hemos hecho con otros problemas sociales. El alcohol no regularizado llevó últimamente a muertes y casos de ceguera registrados en medios nacionales, mientras que con el licor que posee controles da una mayor certeza de que no pasáremos por tales riesgos. ¿No sería mejor que en lugar de exponer a las personas que abortan se les permita correr menos riesgo?.

No puedo obligarte a pensar como yo, pero si a darte la oportunidad de aprender y a tener menos riesgos por tus decisiones. Ese es el papel de un estado responsable.

Más allá de ese punto reside otra crítica a la medida y es un supuesto aumento de la transmisión de ETS entre los inconscientes jóvenes. Estamos claros que los fármacos anticonceptivos no previenen las ETS, sino que cumplen otra función. Por lo tanto existe una responsabilidad doble en educar sobre este punto, no criticarlo como una falla en el sistema. Todo depende de una correcta educación.

Sin más vueltas al asunto es sencillamente eso, un tema de educación que esperamos el estado afronte en conjunto con la medida. En cierta manera ellos deben dar el ejemplo aceptando la responsabilidad de la medida respecto al nuevo desafío educativo.

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