Choque de Valores

Gustavo Domínguez
Quito, Ecuador

El engrandecimiento de los Estados Unidos ha sido en gran parte cimentado en una serie de sacrificios y de valores que han fortalecido  su democracia. Es probablemente muy difícil sostener que al sistema político norteamericano no se lo pueda definir como una democracia fuerte… estable, poderosa.

Pero a pesar de que teóricamente se la puede identificar como un ejemplo a seguir en términos de estructura política, los hechos históricos de comienzos de siglo, cada vez desnudan más las villanas estructuras con que se gobierna a sus ciudadanos y se pretende vigilar y manejar al mundo exterior.

El choque de valores, que claramente se manifiesta entre las grandes mayorías de ciudadanos estadounidenses y el de los poderosos políticos e instituciones democráticas que gobiernan a dicha potencia, resultan cada vez más obvios, no solo dentro de sus mismas fronteras, sino también en el mundo exterior.

En gran parte, esa conciencia colectiva de la realidad, se debe al extraordinario avance que ha dado la humanidad en los últimos años; gracias a la implementación de la red informática mundial y a la tecnología de las comunicaciones en general.

El  extraordinario poder de los medios de comunicación, y de las grandes corporaciones que manejan la información a su antojo y acomodo, son cada vez más obvias para las grandes masas educadas de estadounidenses, que no cuestionan la libertad de expresión, pero entienden que la información es la más poderosa de las herramientas de quienes reinan en el mundo de los negocios… y de quienes dominan la arena política. Y los dueños de la información, simplemente no están dispuestos a ceder un ápice de ese maravilloso reino.

Las mentiras y los falsos valores que se pregonan desde el liderazgo político  se derrumba con mayor frecuencia. El poderío económico es abiertamente referido como herramienta de presión. No existen senadores en el mundo más prepotentes que los endiosados senadores norteamericanos, a pesar de que es conocido por todo el mundo  la sencillez y generosidad que caracterizan al pueblo estadounidense, a quienes ellos representan.

En nombre de los derechos humanos, la libertad de expresión, la lucha contra las drogas, o la seguridad nacional, constantemente se hacen juicio de valores a terceros. Tanto los gobiernos federal como estatal, no obstante, se han resistido a aplicar en los Estados Unidos las normas que, con razón, se exige aplicar en otros países.  Se muestra los Estados Unidos incapaz de cerrar Guantánamo, de dejar de agredir al pueblo cubano con un bloqueo inhumano que ha probado ser un fracaso, de evitar abusos y crímenes de guerra como el de Abu Ghraib, de abolir la pena de muerte, de violentar el derecho a la privacidad de sus ciudadanos, de proteger el derecho básico a la educación de jóvenes estudiantes  hijos de indocumentados, de ser el país con el mayor consumo de drogas del mundo o de ser el más contaminante, solamente por citar unos pocos de los antivalores que se practican abiertamente.

Es así que irónicamente, mientras que los poderes gobernantes de los Estados Unidos se autoproclaman jueces del mundo, las críticas externas a Estados Unidos elevan una sola voz que protesta ¿quienes se creen ustedes para juzgar valores de terceros?

En estricto sentido práctico, el gobierno de los Estados Unidos y Edgar Snowden han demostrado su desapego a los proclamados valores democráticos americanos. El primero, violentando la propia constitución al espiar a sus ciudadanos, y el segundo, por quebrantar sus contratos de privacidad en el manejo de información secreta exponiendo a su país ante los ojos del mundo.

El gobierno de los Estados Unidos considera traición lo hecho por su ciudadano; el resto del planeta, lo mide con diferente regla. No me queda duda alguna que la monstruosa persecución a Snowden seguramente tendrá un triste final para este iluso  joven norteamericano.

La guillotina pedida para Ecuador por un prepotente e intencionalmente manipulado editorial, publicado por el Washington Post, así como la amenaza de la anti progresista senadora Ileana Ros-Lehtinen, ilustran el doble discurso y la superioridad que proclama cierta prensa y ciertos  políticos de ese país.

Lamentablemente para la más prestigiada democracia, el choque de valores entre el gobierno y su pueblo, está siendo clara y progresivamente expuesto.

@gusdominguezm

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