La crisis del 2008

Vicente Albornoz
Quito, Ecuador

Si se mira con la distancia que da el tiempo, el Ecuador fue uno de los países más afectados por la crisis de 2008, sobre todo por una lenta recuperación.

La crisis internacional desatada hace cinco años con la quiebra de Lehman Brothers había arrancado aproximadamente un año antes como un problema de solvencia en los créditos hipotecarios en ciertas ciudades de los Estados Unidos. En realidad el problema no era grande, al menos comparado con el tamaño de los mercados financieros internacionales, pero tuvo efectos devastadores porque se multiplicó y expandió a nivel global.

Cuando los deudores norteamericanos no pudieron pagar sus créditos de vivienda, estaban infligiendo pérdidas a ciertas instituciones financieras. En general, las pérdidas en el sector financiero no tienen por qué contagiar al resto de la economía de un país y, menos aún, a todos los países del planeta.

En la crisis de 2008, el problema fue que los créditos hipotecarios norteamericanos se había convertido en «obligaciones estructuradas» y se habían negociado en los mercados financieros de todo el mundo. Por eso, cuando fue evidente que esas deudas tenían problemas, todo aquel que pudiera tener «obligaciones estructuradas» era sospechoso de tener problemas financieros. Y esa sospecha fue el veneno que mató al elemento más importante de las finanzas: la confianza.

De un día para el otro, casi todas las instituciones financieras del mundo eran sospechosas de tener problemas y a escala internacional nadie podía confiar en nadie. Por eso los bancos dejaron de prestarse entre sí y dejaron de prestarle al público. Así, una crisis que había arrancado con los créditos hipotecarios en los EE.UU. contagió a los demás sectores de la economía y a los demás países del mundo: a fines del 2008 hubo una violenta reducción del crédito en todo el planeta que provocó la contracción de muchas economías.

El Ecuador en esa fecha estaba aislado de los mercados financieros internacionales porque habíamos entrado en moratoria de la deuda externa. Gracias a eso, el país no se contagió por el mismo mecanismo que el resto de América Latina, pero el contagio vino por la caída del precio del petróleo desde fines de 2008 hasta mediados de 2009.

Por eso, en el año 2009 la economía del Ecuador creció poco (0,6%) pero no se contrajo como las de Chile o Brasil. El problema para el país fue que en el año 2010, cuando las economías de América del Sur se recuperaban gracias al renovado influjo de créditos, el Ecuador seguía aislado de los mercados financieros globales. Así nuestro crecimiento del 2010 fue relativamente pobre (2,8%), mientras que América del Sur crecía al 6,1%.

Por eso, si se compara los años 2008 y 2010, el Ecuador es la segunda economía que menos creció en América del Sur. A la única economía a la que le fue peor (en realidad se contrajo), por depender aún más del petróleo, fue Venezuela.

* El texto de Vicente Albornoz ha sido publicado originalmente en El Comercio.

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