Tolerancia

Juan Jacobo Velasco
Mánchester, Reino Unido

El “asunto Pabón”, más allá de ser un ejemplo in extremis de los mecanismos imperativos con los que funcionan Rafael Correa y su revolución (quedó más claro que nunca que las iniciales RC se adecuan más a la persona que al concepto), constituye el corolario de una sensación ambiente que se instauró en este periodo histórico: el país es el territorio de la intolerancia. Si bien es cierto que esa característica puede observarse como prevalente a través de nuestra historia sociopolítica, lo verdaderamente llamativo es el nivel y la institucionalidad que ha alcanzado en este Gobierno. El grado de intolerancia es evidente tanto en el encono con que el presidente arremete en contra de toda forma de oposición, crítica o discrepancia, sea fuera o dentro de su proyecto político, como en los mecanismos institucionales –sobre todo legales- a partir de los cuales puede aplicar su particular visión sobre lo que es correcto o no.

El mundo de los dos RC (que son en realidad uno, como el misterio de la Trinidad) de forma maniqueísta define que lo blanco y lo negro son polaridades extremas. El problema es que no hay grises y lo que se entiende como blancura pasa por el prisma muy particular de RC. Es su visión del mundo, de la historia, de la sociedad y de las personas, que va cambiando constantemente, lo que define oscuridades y alburas. Su radicalidad frente a la posición de Pabón en la discusión sobre la despenalización del aborto por violación probablemente hubiese sido diferente si Benedicto XVI seguía siendo Papa o si el nuevo pontífice era muy distinto a Francisco. Tengo la impresión de que desde su reunión con el primer Papa latinoamericano, RC se volvió a anclar en un catolicismo que combina conservadurismo en aspectos como los del aborto y sensibilidad social frente a la pobreza. Otro cambio, más formal, ocurrió con la Constitución, que de perfecta pasó a demasiado garantista cuando el poder se acumuló y había que sujetarlo con unas riendas perfectas.

El problema es que estos rasgos son anecdóticos cuando se piensa en la construcción de Gobierno y proyecto político. El proyecto, para RC significa conmigo, con mi forma de ver el mundo, que puede variar. Ese es el canon, la guía. Lo que diga e interprete RC es el referente a partir del que se define el espectro bicolor.

Ya sea en lo formal-legal o en lo informal-crítico, RC no tolera nada que se aparte de un guión que está escribiendo a cada paso. Sus seguidores y subalternos ocupan el mismo rasero. De hecho, uno puede leer la posición de Pabón –su impostura desdeñando los anti-aborto, su intransigencia y totalitarismo- como una representación, en la acera valórica opuesta, del presidente.

Este zeitgeist (o espíritu de época) me parece que es nocivo. La idea de democracia se sustenta en la manera como se canalizan institucionalmente las diferentes visiones de la sociedad. Algo que, por cierto, Francisco ha mencionado, poniendo el diálogo y la tolerancia como ejes de su pontificado.

* El texto de Juan Jacobo Velasco ha sido publicado originalmente en el diario HOY.

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