El «sacrificio» del correísmo

Susana González
Guayaquil, Ecuador

Los efectos de la falta de liquidez en la economía son cada vez más visibles. No hay plata para las jubilaciones voluntarias de los maestros, está limitada la importación de una larga lista de productos, se aproxima la eliminación del subsidio al gas, se debate el incremento de pasajes urbanos y ya se habla del fin del subsidio a la gasolina… Aunque hubo importantes inversiones, también el despilfarro fue parte del modelo correísta. Decenas de viajes con abultadas comitivas, compra de dos aviones privados, helicópteros que se accidentan, radares que no sirven, más de 400 sabatinas, centenares de cadenas nacionales, millonario dispendio en publicidad, solo por nombrar algunas cosas, han sido pagados con el esfuerzo de todos los ecuatorianos.

Sin embargo, para que no haya dudas de que los primeros ‘sacrificados’ son los propios funcionarios del gobierno, el economista Rafael Correa decidió reducir el sueldo de 6.500 funcionarios, incluido el suyo, con el argumento de reunir 21 millones de dólares para reducir los índices de mortalidad materna. De esta forma, el propio Correa, que ganaba 6.957 dólares al mes, hoy recibirá 6.261,30, que equivale a más de 17 veces el salario básico. Otra prueba del ‘sacrificio’ será no construir el nuevo palacio de gobierno; Correa anunció que por falta de dinero el Ejecutivo no tendrá nuevas oficinas, lo que representa un ahorro de 334 millones de dólares, si se toma en cuenta otro proyecto para entidades gubernamentales que también ha sido suspendido.

Pero, ¿qué demuestra este aparente afán por ahorrar? Por un lado, queda en evidencia la absoluta dependencia a los precios del petróleo y la ausencia de políticas preventivas; el gobierno no tiene ni 21 millones de dólares extras para contratar médicos, no hay un colchón financiero en un país donde el sector privado no invierte por falta de seguridad, como resultado de una justicia a la que se metió la mano. Y por otro lado, también queda al descubierto la demagogia y manipulación. Correa y sus funcionarios se ajustan apenas el cinturón, pero quienes realmente van a pagar las consecuencias del mal manejo económico son los ecuatorianos.

¿A quién afecta el fin del subsidio al gas? Lógicamente no a Correa, quien hasta hace un par de años se daba el lujo de contar con chef de origen belga para complacer su exigente paladar. ¿Quién pagará el incremento a las tarifas del transporte urbano? Obviamente ninguno de los funcionarios del correísmo, que diariamente circulan a bordo de lujosos vehículos blindados con vidrios polarizados. ¿Quién se privará de productos importados? Seguramente ni Correa ni sus ministros, quienes frecuentemente viajan al exterior en numerosos viajes oficiales, el último de ellos realizado hace solo unos días para observar el cambio de mando en Uruguay.

Con sus supuestas medidas de ahorro, el oficialismo solamente refleja su doble discurso. Pretender tapar el deficiente manejo económico de ocho años de gobierno, con irrisorias políticas de ajuste, muestra su carácter demagogo y populista. Se terminó la fiesta gracias al petróleo de 100 dólares, ahora comienza la resaca… y lamentablemente serán los ecuatorianos quienes paguen los platos rotos que deje el supuesto “milagro ecuatoriano”.

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