No dan chance

Héctor Yépez Martínez
Guayaquil, Ecuador

El Gobierno no da respiro. Impuestos a la herencia y la plusvalía. Detención de una asambleísta esmeraldeña. Politización de la visita del Papa. Salida de Rolando Panchana. Subida a la Gobernación del “tumba-casas” Julio César Quiñónez. Reformas de la Asamblea a autonomías locales, al derecho procesal, al Código Civil. Todo parece girar en una inagotable agenda de sucesos para tenernos hablando, día tras día, semana tras semana, en torno al último escándalo, el último debate, la última pirueta. Y mientras tanto, no nos dan chance para discutir otras cosas de fondo. O para mantener en primera plana los temas que mayor costo político le cobran al régimen.

“Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”, enseñaba Goebbels. Y añadía: “Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa.”

Así habló el genio de la propaganda nazi. ¿Suena familiar? Las mentes maestras de la Revolución Ciudadana llevan esta estrategia a extremos cada vez más arriesgados, pero todavía exitosos. Eso ocurrió en el último informe del 24 de Mayo, donde el presidente Correa mató cuatro pájaros con dos tiros. Me explico.

El primer tiro fue la detención de la asambleísta María Esperanza Galván, por tomarse el nombre del vicepresidente Glas en un chanchullo de 800 mil dólares en Esmeraldas. La cifra suena a dinero de bolsillo a lado de, por ejemplo, los 1.200 millones de dólares de sobreprecio en las hidroeléctricas que denuncia Plan V. Más allá de la farsa —que expliqué en mi última columna—, el objetivo es doble. Por un lado, se disimula combatir la corrupción. Por otro lado, se refuerza el mensaje del poder absoluto: luego de apresar a una asambleísta electa, militante del propio oficialismo, en medio informe a la nación, a nadie le puede caber duda de quién manda en este país. Dos pájaros con el primer tiro.

El segundo disparo fue el anuncio de aumentar impuestos. Toda una apuesta. Hasta entonces algunos de los temas más candentes, que le han costado al Presidente un drástico golpe a su popularidad y credibilidad —ni hablar de la Asamblea, que está por los suelos—, han sido las salvaguardias, desfinanciar al seguro social, confiscar ahorros de más de 146 mil maestros y forzar una reforma a la Constitución a espaldas del pueblo para perpetuarse en el poder. Todo eso pasó a segundo plano. En vez de hablar de los múltiples atropellos contra la clase media y popular, casi todos se han volcado a atacar —con mucha razón— un impuesto que es absurdo, pero cuyas víctimas son fácilmente mostradas —aunque ello no sea tan cierto— como una minúscula parte de la población. Así ya se encarga de recordarlo el Presidente a cada instante.

El tema no es inofensivo para el régimen: los impuestos son una de las pocas cosas negativas que casi todo el mundo asocia con Alianza País. Y es lógico que no sea inofensivo: de lo contrario, la oposición no mordería el anzuelo. Pero no es lo suficientemente impopular. O, en todo caso, es mucho menos dañino que tener a la mayoría hablando sobre los hospitales públicos sin medicinas, los productos encarecidos en el mercado o las dos terceras partes de trabajadores que viven en la informalidad.

Y es así como el segundo tiro de los impuestos mata a otros dos pájaros. El primero es mantener a la oposición ocupada sobre un tributo de mediano costo político. El segundo es manipular el impuesto a la herencia para revivir su caricatura socialista de pobres contra ricos que defienden sus millones. Una caricatura que es esencial para la Revolución Ciudadana. Que estaba a punto de morir con el ataque a los trabajadores, a los afiliados al seguro, a los desalojados en la Trinitaria y Monte Sinaí. Pero que el régimen, con inteligencia goebbeliana y un empujoncito de la oposición, a toda costa pretende reposicionar antes de jugarse, en el 2017, el futuro de su proyecto autoritario. Ante ello, la alternativa de las fuerzas democráticas del país no debe ser el silencio, sino un mensaje potente que, rechazando impuestos excesivos, insista en desterrar los demás abusos contra nuestra clase media y popular.

Twitter: @hectoryepezm

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