Del impuesto a la herencia en Suiza y Europa

Marcela Vélez-Plickert
Frankfurt, Alemania

Un 71% de los ciudadanos suizos votaron este mes en contra de establecer un impuesto nacional a la herencia. Sólo cuatro de los 26 cantones del país tienen un impuesto de este tipo, con tasas que varían de 8% a 50% y que en muchos casos exoneran a hijos y cónyuges. La iniciativa por un impuesto a nivel nacional se originó del Partido Popular Evangélico. Su argumento es el mismo de quienes defienden gravámenes similares en otros países, la injusta distribución de la riqueza. En este caso, la propuesta era que se grave con un 20% a las herencias de más de dos millones de francos suizos o unos US$2,2 millones. Es decir, aquellas que superen en 26 veces el PIB per cápita del país.

Los gobiernos de cada cantón, las dos cámaras del parlamento, gremios empresariales y asociaciones de medianas empresas llamaron a los suizos a votar en contra del impuesto. ¿Por qué? Su argumento es que tal impuesto se convierte finalmente en una carga para las empresas familiares, pues al momento de la sucesión los herederos enfrentan una demanda por capital que usualmente no tienen disponible, poniendo en riesgo la continuidad de los negocios. El profesor Tobias Trütsch de la Universidad de San Gallen, Suiza, ha calculado que un impuesto de tal magnitud provocaría una pérdida de 12.000 empleos al año, según cita WSJ.

De los 40 países de la OCDE, 15 no tienen impuesto a la herencia y otros ocho tienen tasas de entre 4% (Italia) y 20% (Holanda). A nivel mundial, con el 35% actual, Ecuador ya aparece en el sexto lugar entre los países con el impuesto a la herencia más alto en el mundo (Japón lidera con 55%).

Pero lo que llama la atención de la iniciativa en Suiza no es la tasa que se buscaba imponer, sino que va contra la tendencia que se registra en los últimos años. Desde 2000, 13 países han eliminado el impuesto a la herencia, según registros de Tax Foundation. Entre ellos se encuentran Austria, Portugal, Rusia, pero también Suecia y Noruega, ambos conocidos por sus políticas progresistas. Eliminar el impuesto, o reducir al mínimo su aplicación, también es una de las principales promesas que le permitió al primer ministro inglés, David Cameron, ganar este año la reelección.

¿Cuáles son los argumentos para eliminarlo? Según Tax Foundation, los países que tomaron esta opción lo hicieron en respuesta a los limitados ingresos que usualmente generan y que se ven superados por los costos administrativos, políticos y económicos de la imposición de un impuesto.

El ejemplo de Suecia es citado como ejemplo. El país tuvo un impuesto a la herencia desde 1885 hasta 2004. El período en el que el impuesto alcanzó su tasa más alta, de 70%, correspondió a 1948 hasta principios de los 90’s, bajo un gobierno socialista. Magnus Henrikson y Daniel Waldenström, en un reciente estudio para el Instituto de Investigación de Economía Industrial de Suecia, concluyeron que el impuesto a la herencia nunca fue muy importante en términos de ingresos fiscales, pues en los últimos 40 años de su vigencia correspondió a menos de un décimo de la recaudación tributaria. “Estos impuestos (a la herencia y los regalos de dinero y bienes) fueron motivados por preocupaciones distributivas, en busca de combatir la desigualdad de oportunidades”, afirman y agregan que, sin embargo, perdieron legitimidad, a medida que más familias de clase media fueron afectadas, mientras los dueños de verdaderas fortunas tenían acceso a fórmulas para evadir el impuesto. Una de ellas era irse del país. Cuando el impuesto llegó a su valor más alto, dos grandes empresas suecas abandonaron el país: IKEA estableció su sede en Holanda y Tetrapack en Suiza.

Los altos costos de recaudar el impuesto y combatir las vías de evasión, la desaceleración económica que vivía Suecia en 2004 y el alto desempleo, llevaron a que el Parlamento, dominado por una coalición de partidos de izquierda (socialistas, verdes y comunistas) dejara sus ideologías de lado y eliminara el impuesto. La medida se acompañó con la abolición del impuesto a la riqueza en 2007. Dos años después, la oficina de impuestos de Suecia, registraba el regreso al país de 4.000 contribuyentes, que habían emigrado a otros países. En su mayoría se trataban de emprendedores, dueños de pequeñas y medianas empresas. Con su regreso, trajeron al país un estimado de 10.000 millones de coronas suecas, equivalente hoy a unos US$1.200 millones.

 

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