¿Será la dolarización?

Vicente Albornoz
Quito, Ecuador

Existen buenas razones para argumentar que la dolarización no es el problema de la economía ecuatoriana. Y a esas razones se las podría agrupar en dos: las comparaciones externas y las políticas internas.

Empecemos con las comparaciones externas. En el continente americano hay cuatro países que usan el dólar: Panamá, Estados Unidos, El Salvador y el Ecuador. Este año, todos sufriremos por la apreciación del dólar que hace que lo producido en estos cuatro países se encarezca en el resto del mundo (y no solo en Colombia y Perú). Y de eso sufren tanto los exportadores norteamericanos como los ecuatorianos, los salvadoreños y los panameños. Pero a pesar de eso, las otras tres economías dolarizadas del continente sí van a crecer, mientras que la del Ecuador se va a contraer.

Según el Fondo Monetario, Panamá crecerá en 6%, Estados Unidos en 2,6% y El Salvador en 2,3%. Por su parte, la economía ecuatoriana se contraerá en 0,6%.

Si Estados Unidos crece es porque maneja bien su economía, pero seguro que alguien podría argumentar que lo hacen porque es un país ‘hegemónico’ o algo así. También alguien podría decir que Panamá crece porque tiene un Canal (es verdad, pero crecen porque lo manejan bien). ¿Y El Salvador? Un país con muchos menos recursos naturales que el Ecuador, con serios problemas de violencia, sin un potencial turístico relevante, ellos sí van a crecer en este año.

En otras palabras, usar el dólar no les afecta tanto a los otros países, sino solo a nosotros. El problema no es el dólar, el problema es nuestro manejo de la economía. Entonces, ¿cuáles son los errores del manejo económico? Quizás el principal fue haberse olvidado que lo importante es producir, es generar riqueza, antes que distribuir. Y se olvidó que aquellos que arriesgan su dinero en producir no merecen ser maltratados.

O sea: no es bueno insultar a los empresarios en las sabatinas. El segundo error fue creer que el Gobierno lo puede solucionar todo y que debe involucrarse en todo. Y el tamaño del Estado se disparó. El gasto del Gobierno en 2014 fue 3,2 veces más grande que en 2006, incluso después de ajustarlo por la inflación. Pero el Gobierno no está formado por ‘genios angelicales’ y no puede hacerlo todo ni controlado todo. Y cuando lo intenta se vuelve más una traba que un aporte. El tercero fue despreciar al ahorro, ignorarlo como un mecanismo de estabilización para una economía sujeta a constantes ‘shocks’ (caída del precio del petróleo, El Niño, los terremotos, los volcanes y quién sabe qué más).

Se ignoró la necesidad de tener recursos a los que se podría recurrir en los momentos en que vengan las famosas ‘vacas flacas’. Flacos años se nos vienen a los ecuatorianos. Pero, aparentemente, no pasará lo mismo para los estadounidenses, los panameños y los salvadoreños.

* El texto de @VicenteAlbornoz ha sido publicado originalmente en El Comercio.

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