Asumir la responsabilidad

Diego Grijalva

Diego Grijalva
Quito, Ecuador

Ecuador se encuentra en recesión y enfrentará una grave crisis económica en el año 2016. El presidente Correa ha afirmado que esta situación se debe a la caída del precio del petróleo y a la apreciación del dólar, ambos factores externos a la política económica del Gobierno. Esta afirmación contrasta con el argumento que solía presentar el Gobierno: los resultados económicos positivos de años anteriores se debieron a las políticas económicas implementadas y no a los altos precios del petróleo o a un dólar depreciado.

Esta asimetría en la responsabilidad asignada a los buenos y malos resultados llama la atención, especialmente si consideramos que tanto el precio actual del petróleo como la cotización actual del dólar se encuentran en niveles comunes desde una perspectiva histórica. Los precios actuales del petróleo son similares en términos reales a los precios del año 2004, y son comparables al promedio de los precios reales históricos. De igual forma, el valor actual del dólar medido en relación a un conjunto de monedas se encuentra en niveles similares a los del año 2003. Es innegable que durante la década 2005-2014 las condiciones externas fueron muy favorables para el país.

Surge entonces la siguiente pregunta: ¿Será que el éxito económico de los últimos años se debió al alto precio del petróleo y a la depreciación del dólar, mientras que la situación actual se debe a las políticas económicas?

Al igual que la versión del Gobierno, esta asimetría tampoco parece razonable. Tanto los buenos como los malos resultados provienen de la misma fuente: una combinación de la situación externa (precio del petróleo y cotización del dólar) con las políticas gubernamentales. Por ello, si el Gobierno antes se atribuía la responsabilidad de los buenos resultados obtenidos, ahora también debe aceptar la responsabilidad de los problemas que enfrenta –y enfrentará- el país.

¿Por qué es tan difícil asumir la responsabilidad cuando las cosas van mal? La respuesta se encuentra en lo que los sicólogos y los economistas del comportamiento denominan sesgo de interés personal: la tendencia generalizada a atribuir eventos positivos a las acciones propias y eventos negativos a factores externos. Este sesgo se aplica a las decisiones de los individuos, y de hecho es algo que todos tendemos a hacer en mayor o menor medida. Pero, como se demuestra en el caso del Gobierno Ecuatoriano, también es aplicable al comportamiento de los gobiernos, con consecuencias más serias.

Los resultados de las políticas económicas de un gobierno deben estar abiertos a una evaluación objetiva por parte de la ciudadanía y los organismos de control. Pero, ¿cómo se puede evaluar el desempeño económico del Gobierno cuando todo lo bueno es su responsabilidad, pero todo lo malo se debe a factores externos, fuera de su control? Cuando los resultados se evalúan de esta forma, las políticas económicas siempre son correctas y, por lo tanto, no pueden ser mejoradas. En la práctica, estas políticas pueden o no ser correctas. Para que la ciudadanía pueda dilucidar cuál es el caso es indispensable que el Gobierno limite su sesgo de interés personal y asuma la responsabilidad que le corresponde, tanto de los buenos como de los malos resultados. La única forma en que esto puede ocurrir es que la ciudadanía se lo exija.

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