Liderazgos diferentes

Juan Carlos Díaz Granados Martínez
Guayaquil, Ecuador

El movimiento de las placas tectónicas con magnitud 8.8 MW que sufrió Chile el 27 de febrero del 2010, fue tan fuerte, que la NASA estimó que el evento movió a Santiago once pulgadas hacia el oeste y la Tierra se inclinó tres pulgadas. Afectó a seis regiones, donde vivían el 70 % de los chilenos. El terremoto de Chile fue 501 veces más poderoso que el ocurrido en Haití durante el mismo año, que tuvo una magnitud de 7.0 MW.

El perjuicio económico fue masivo: 18 por ciento del PIB. Ocurrió doce días antes de que Sebastián Piñera asumiera la presidencia de Chile. El líder, sin ser presidente en funciones, se movilizó inmediatamente con su equipo a las áreas afectadas. Le pidió a su futuro ministro de finanzas, Felipe Larraín, que estime los costos totales de la reconstrucción; a la próxima ministra de vivienda, Magdalena Matte, que calcule el número de casas destruidas; al futuro ministro de obras públicas, Hernán de Solminihac, que evalúe los daños en la infraestructura; y al entrante ministro secretario general de la presidencia, Cristián Larroulet, que analice las herramientas legales para financiar la reconstrucción. El presupuesto de reparación fue de 30 billones de dólares. Si lo comparamos con el PIB de los Estados Unidos de América, un desastre equivalente costaría en ese país 2.7 trillones de dólares.

Al momento de asumir la presidencia, Piñera debía enfrentar tasas de crecimiento y creación de empleos bajas. Tasa alta de desempleo. El porcentaje de inversión en relación al PIB estaba cayendo. La productividad, un indicador que no se mide en Ecuador, era negativa. La pobreza estaba incrementando. En el panorama internacional existía una crisis financiera internacional por el colapso de Lehman Brothers y AIG. Se recibieron menos donaciones, porque ese mismo año la comunidad internacional se había enfocado en apoyar a los damnificados por el reciente terremoto en Haití.

Sebastián Piñera inmediatamente procedió a explicarles a los habitantes de Chile lo que le había ocurrido. Porque la población necesita conocer si debe enfrentar nuevos peligros en el futuro inmediato. Con mentalidad proactiva se diseñó un plan elaborado por un equipo con experiencia en la administración de la empresa privada y poca en lo político. El reto: ofrecer soluciones a largo plazo a través de un plan que incluía instituciones gubernamentales, organizaciones privadas sin fines de lucro y al sector privado. La intención fundamental: aliviar el sufrimiento de los hermanos caídos, permitiendo que cada colaborador obre en lo que era mejor, sin que el gobierno obstruya su trabajo. Piñera declaró que la restauración sería prioridad del gobierno nacional y que estaría completa al final de su periodo presidencial: el 11 de marzo del 2014.

Se crearon nuevos impuestos focalizados, se reubicaron cuentas del presupuesto del Estado y se usó el fondo de estabilización del cobre para reconstruir el país. Chile no se endeudó para superar esta crisis, por lo que no sufrió el riesgo país. Fomentó el comercio, la productividad y competitividad de la empresa privada, mientras se preparó a la sociedad chilena para eventos parecidos en el futuro, porque como Ecuador, Chile también es parte del cinturón de fuego del Pacífico. Hoy vemos los resultados económicos favorables de esa excelente gestión administrativa llevada a cabo por Sebastián Piñera y su equipo.

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