Bajeza moral

En lo personal es una simple muestra más de su bajeza moral, de su calaña. Sus declaraciones en Caracas son una bofetada a los millones de venezolanos que padecen el sufrimiento del exilio, la persecución y la falta de libertades pública; es una burla a la lacerante pobreza, hambruna y desesperación de todo un pueblo; es ignorar a los cientos de miles de profesionales venezolanos –médicos, abogados, ingenieros, empresarios, economistas– que se vieron forzados a salir de su tierra para trabajar en el exterior en condiciones deplorables; es volver a asesinar a los miles de jóvenes estudiantes universitarios que perdieron sus vidas en las calles venezolanas por soñar con una nueva vida; es volver a torturar a los cientos de prisioneros que han sufrido los horrores de los abusos en prisiones de esa nación. Ese es nuestro exdictador, y así es la camarilla de sus seguidores.

Pero es también un recordatorio de lo mucho que nos queda por andar en el Ecuador para evitar caer en el abismo venezolano, y de los peligros que les acechan tanto a nuestro país como a la región si gente como esta, gente que no tiene vergüenza de defender abiertamente a una dictadura militar, sigue impune, libre y campante. Al abismo venezolano vamos a caer si nuestro país, su gente, sus líderes políticos, de todas las tendencias, no arriman los hombros para levantar una nueva institucionalidad sobre los escombros de una nación pisoteada.

Ha pasado un año desde que el exdictador dejó el poder, y él y la gran mayoría de sus secuaces siguen libres. Si el presidente Moreno hubiera honrado su oferta de campaña de establecer en el Ecuador una comisión internacional contra la impunidad con el apoyo del secretario general de las Naciones Unidas, al estilo de las que existen en otras naciones, nuestro país ya habría avanzado un buen trecho en el procesamiento de los responsables del más grande saqueo de las arcas fiscales que registra nuestra historia, así como de la instalación de un régimen que violó los derechos humanos de forma sistemática y despiadada. Comisiones como las mencionadas no infringen la soberanía de las naciones a las que asesora. Y eso lo sabe perfectamente la canciller. La moderna delincuencia internacional –que es la que hemos tenido en el Ecuador– requiere de soluciones audaces e innovadoras. No podemos sentarnos a esperar que todo lo hagan las fiscalías de otras naciones o el Departamento de Justicia de los Estados Unidos.

Cierto es que ya hay algunas medidas encaminadas a procesar al jefe de la banda, al capo di tutti capi. Pero ellas no son suficientes. El país necesita recuperar además los miles de millones perdidos en manos de esta gente. Otras naciones lo han logrado.

Solo la institucionalización y respeto a la ley alejará al país del abismo venezolano. (O)

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