Un imperio no necesita justificar la guerra

Alberto Molina

Alberto Molina
Guayaquil, Ecuador

La resistencia del pueblo español a la invasión napoleónica está plasmada en los cuadros de Goya, que están expuestos en el museo del Prado en Madrid. En Indoamérica, las luchas libertarias tienen varios símbolos, uno de ellos es Túpac Amaru, precursor de los movimientos independentistas del siglo XIX. El Libertador Bolívar, el Mariscal Sucre y el General San Martín son el referente histórico de las luchas libertarias en América Hispana.

En Nicaragua, Agusto Sandino, General de origen campesino, luchó más de 6 años en contra de la ocupación norteamericana, cumplió su juramento: la de deponer las armas cuando el último marine abandonara su patria. Desgraciadamente, ahora, su nombre es instrumentalizado por una revolución prostituida.

Durante la II Guerra Mundial, la tenaz lucha de los maquis franceses a la cabeza de la resistencia en contra de las fuerzas alemanas de ocupación y la heroica y sacrificada lucha de los partisanos yugoeslavos, liderados por el Mariscal Tito, son ejemplos históricos de cómo se combate a las fuerzas de ocupación extranjera.

Con la derrota francesa y su salida de Vietnam, Estados Unidos toma la posta e interviene política y militarmente en el sudeste asiático. La larga y penosa lucha en un escenario extraño y hostil; pese a su superioridad, las fuerzas norteamericanas fueron derrotadas.

Los soviéticos olvidaron esta parte de la historia y sus lecciones al invadir Afganistán, en 1979. El pueblo afgano se organizó y a través de los grupos de combatientes llamados muyadines, con el apoyo encubierto de los Estados Unidos, no les dieron tregua a los invasores; luego de casi 10 años de ocupación, los soviéticos fueron obligados a retirarse, derrotados y humillados.

Las guerras contra Irak, las fuerzas militares encabezadas por Estados Unidos y sus aliados derrotaron al dictador Hussein pero no se resolvió nada; al contrario, esto permitió la organización del llamado Estado Islámico con la secuela de todo tipo de actos del más despiadado terrorismo que puso en vilo, no sólo a medio oriente, sino al mundo entero.

La intervención encubierta, pero descarada, de las fuerzas militares rusas en Ucrania y la anexión de la estratégica península de Crimea ordenada por el nuevo Zar: Ras-Putín, es la muestra más palmaria de la consolidación del poder político-militar de la Rusia imperial.

Ahora, la atención del mundo está dirigida a Venezuela, los intereses geopolíticos de Rusia, China y Estados Unidos están en juego; la influencia de los norteamericanos en su traspatio está siendo amenazado, voceros del Presidente Trump han señalado, en repetidas ocasiones, que la intervención militar de las tropas gringas en Venezuela, es una opción que no se descarta.

No hay que olvidar lo que el emperador romano Julio César, en sus Comentarios a la guerra de las Galias, escribió: “Un imperio no necesita justificar la guerra, ésta es parte de su naturaleza. El imperio no necesita razones”.

Han pasado más de 2 mil años y el pensamiento de Julio César no ha cambiado.

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