Sobre Luis Almagro

Hana Fisher

Montevideo, Uruguay

El uruguayo Luis Almagro Lemes es el actual secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). No ha pasado desapercibido desde que ocupa ese alto cargo internacional. ¿Por qué? Porque es muy vehemente con las causas que defiende.

Lo anteriormente dicho haría creer que es una persona transparente, fácil de interpretar. No es así. Por el contrario, no es sencillo saber quién es realmente Luis Almagro.

Ese rasgo de su carácter lo ha transformado en una figura controvertida, admirado por algunos y despreciado por otros (que no son siempre los mismos). Hay razones que justifican ambas posturas.

Sin embargo, hay algo en lo que hay coincidencia: reposicionó a la OEA, un organismo que en manos de sus antecesores -sobre todo del chileno José Miguel Insulza- se había convertido en algo intrascendente. Además, porque el expresidente de Venezuela, Hugo Chávezex profeso había inventado otras entidades -la Unasur y la Celac- con el propósito explícito de suplantar a la OEA.

Por tanto, cuando Almagro asumió su cargo, la OEA era una institución fracturada y anquilosada, que había perdido protagonismo regional frente a la Unasur y la Celac.

Pero Almagro le inyectó nueva vida y por consiguiente, la OEA recobró su razón de ser. Desde que está en ese cargo, su accionar suele ocupar un lugar privilegiado en los medios de América Latina y Estados Unidos.

Motivos hay de sobra para que así sea, primordialmente, por el brutal contraste que hay entre su desempeño y el de su inmediato antecesor. Cuando Insulza, el de triste memoria, era la máxima autoridad, la OEA transmitía la misma imagen que tantos otros organismos internacionales: un club de funcionarios con sueldos exorbitantes (libres de impuestos), donde predomina el blablablá sazonado con bocadillos y cócteles.

Sin embargo, ya no es así. Se esté de acuerdo o no con los temas que Almagro impulsa y pone en la agenda internacional, lo concreto, es que no hay duda que ahora en la OEA se trabaja. Asimismo, que el foco de su actuación está puesto en los pilares que justifican su existencia: la democracia, los derechos humanos, la seguridad y el desarrollo dentro de América.

Como secretario de la OEA, Almagro saltó a la fama mundial al denunciar a la dictadura venezolana y sus bestiales violaciones a los derechos humanos. Es relevante destacar, que entre los que ocupan cargos de influencia, fue el primero en hacerlo. Y a diferencia de Insulza, no se acobardó por los insultos de los máximos jerarcas del chavismo, entre ellos, los de Nicolás Maduro.

Por su labor al frente de la OEA, Almagro fue distinguido con galardones internacionales.

En 2016, a instancias de la organización no gubernamental Freedom House, recibió el Premio Mark Palmer. Esta distinción es otorgada “a los diplomáticos o funcionarios de organizaciones internacionales que siguen los pasos de Mark Palmer, un exembajador de Estados Unidos quien estuvo profundamente comprometido con el avance de la democracia y los derechos humanos y fue un incansable defensor de la sociedad civil”. Durante la premiación se destacó que Almagro «encarna los valores, el espíritu, el coraje y el compromiso inquebrantable que define la vida de Mark».

En 2017, recibió el Premio Francisco de Miranda por su lucha a favor de la libertad, otorgado por el Instituto Interamericano para la Democracia. En la ceremonia de premiación, Almagro manifestó que la tiranía chavista ha ido “desangrando” a Venezuela. Además, afirmó que “ningún país, ningún gobierno, ninguna organización internacional puede ser indiferente al sufrimiento del pueblo venezolano» y recordó, que la OEA declaró por consenso que en Venezuela hay «una alteración del orden constitucional» que afecta «gravemente a su orden democrático».

También en 2017, recibió el premio a la Paz Mundial conferido por la World Jurist Association (WJA). En esa ocasión, la distinción fue específicamente por su labor en el conflicto en Venezuela. El presidente de esa organización, el venezolano Franklin Hoet, declaró que Almagro con un estilo «sosegado» y «con mucho convencimiento», ha venido denunciando las atrocidades cometidas por Maduro y cómplices, razón por la cual, «le estamos muy agradecidos».

Con anterioridad, la WJA había concedido ese honor al expresidente sudafricano, Nelson Mandela y al exprimer ministro británico, Winston Churchill.

A pesar de todo lo dicho y de su loable labor al frente de la OEA, este es el mismo Almagro que fue canciller del expresidente José Mujica (2010-1015). Y desde ese puesto, defendió a capa y espada a todos los amigotes déspotas de su “jefe”. Incluso, a Hugo Chávez.

Mientras formó parte del gobierno de Mujica, Almagro homenajeó a Chávez, que sin duda era cualquier cosa menos un demócrata. Chávez fue quien construyó el andamiaje dictatorial -con la ayuda de Fidel Castro- que hoy usufructúan sus sucesores. No obstante en 2014, desde el Ministerio de Relaciones Exteriores, Almagró lanzó un sello conmemorativo de Chávez. Durante ese acto, realizó un discurso laudatorio en el cual aseguró, que el extinto presidente de Venezuela había incentivado la integración latinoamericana y “la democracia plena”. Subrayó, que “reinventó la región como tal a través de la creación y desarrollo de organismos multilaterales con dirección política propia de los pueblos del sur”.

Y en 2015, siendo secretario de la OEA, definió a Chávez como una «extraordinaria personalidad de las Américas de dimensión mundial».

Por tanto, es posible apreciar que Almagro es una figura ambivalente. Lo que lo conocen desde hace mucho tiempo, como por ejemplo el excanciller del Partido Nacional, Álvaro Ramos, afirman que siempre defendió con pasión a la democracia y a los derechos humanos.

Sin embargo, mientras fue canciller de Mujica, no daba esa impresión. Aunque es verdad que en algunas ocasiones se comportó con decencia. Por ejemplo, cuando en 2012 se opuso (sin suerte), a que los presidentes de ese entonces de Brasil, Uruguay y Argentina (Dilma Rousseff, Mujica y Cristina Kirchner respectivamente) suspendieran a Paraguay para hacer ingresar al Mercosur “por la ventana”, a la Venezuela de Chávez.

Por tanto, ¿quién es realmente Almagro? ¿Cuál es su auténtico modo de ser? ¿El que mostraba como canciller de Mujica? O, ¿el que manifiesta como secretario de la OEA?

Un proverbio chino dice: “Sabrás cómo es realmente el carácter de una persona cuando termines de poner el último clavo en su ataúd”.

Daría la impresión que con respecto a Almagro, habrá que esperar hasta ese momento para hacer el balance final.


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