Mujica y la agenda de derechos

Hana Fischer

Montevideo, Uruguay

The Economist en 2013 otorgó a Uruguay el título de “país del año” debido a que se incorporó a la legislación varios de los temas de la “agenda de derechos”. Ese año se despenalizó el aborto, se habilitó el matrimonio entre personas del mismo sexo y se legalizó la producción, venta y consumo de marihuana. Al fundamentar la distinción otorgada, la revista británica señaló que dichas reformas “rompen con las viejas dinámicas que no solo mejoran la calidad de vida de sus ciudadanos, sino que podrían beneficiar al mundo entero si son imitadas”.

Ese galardón se personalizó en José “Pepe” Mujica, que por aquel entonces era el presidente de Uruguay, lo cual iba de la mano con la forma en que la prensa internacional lo visualizaba, dado que usualmente lo catalogaba como uno de los presidentes más progresistas del mundo.

Esa relación está fundamentada en los estudios de políticas públicas que señalan que en Latinoamérica, el papel central en los asuntos a tratar lo tiene el Poder Ejecutivo. El sociólogo Luis Rivera-Vélez expresa, que eso “es particularmente verdadero en el gobierno de Mujica, cuando se sabe que 74 % de las leyes sustantivas aprobadas durante la 47 ª legislatura tienen origen en el ejecutivo y que este porcentaje es 10 puntos mayor que en los gobiernos anteriores”.

A lo raíz de lo anteriormente expresado, Mujica gozó de una gran popularidad internacional que aprovechó al máximo. Su nombre despertaba admiración y ocupaba amplias páginas de los principales rotativos del mundo. Se hicieron películas sobre él y dictaba conferencias a las que acudían muchedumbres. Congregaba fanáticos como si fuera una estrella de Hollywood. Esa especie de sabio platónico -el filósofo rey- era admirado por su “sinceridad”.

Mujica se apropió de la gloria atribuida a la imposición de la señalada agenda de derechos, pero lo cierto es que la presión para su aprobación provino de los movimientos feministas, LGBTI y cannábico.

No obstante, lo concreto es que Mujica usufructúa las “mieles” de esa fama hasta el día de hoy.

Sin embargo, como dice el dicho popular, “por la boca muere el pez”. En el caso de Mujica, son varias las oportunidades en las que sus palabras, dichas en forma espontánea, delatan mucho acerca de su verdadero ser (que, por cierto, dista mucho de esa imagen “idílica” que muchos tienen sobre él. Asimismo, ponen en entredicho su fama de ser alguien absolutamente auténtico).

Eso ha vuelto a ocurrir a raíz de una entrevista que concedió al semanario Voces. De sus palabras surge con claridad, que él se vistió con ropajes ajenos y que ni siquiera compartía en su totalidad esa “agenda de derechos”. Lo cual pone un signo de interrogación sobre su supuesta “sinceridad” en el actuar y el decir.

En la mencionada entrevista Mujica afirmó, que “la agenda de derechos es una expresión de la estupidez humana”. Agregó, que cada uno puede hacer con su sexualidad lo que mejor le parezca. Pero, “también hay una cosa de pasarse para el otro lado e ir por la revancha, en lugar de tomarlo como algo natural. Ahora quieren demostrarle a todo el mundo que somos gay”.

Además, afirmó que “es bastante inútil el feminismo, porque creo que el machismo es un hecho y que la agenda de derechos de la equiparación es inobjetable. Pero la estridencia también termina jodiendo a la causa de la mujer, porque crea una antípoda quejosa. Excita lo reaccionario de la propia sociedad, que está ahí”.

Manifestó que en Uruguay, cada vez hay más mujeres ocupando espacios de poder en la sociedad. En algunos áreas han pasado a ser una notoria mayoría. En consecuencia, “Vamos a tener que rescatar la visión masculina. Creo que el proceso se va dando. Ahora bien, hay algunas cosas que envenenan […] Donde está más lento es el mundo sindical, y más lento en el mundo empresarial. Y donde más se tiende a equiparar es en el mundo profesional”.

Me resisto a que el feminismo pueda sustituir a la lucha de clases. Porque las clases sociales las veo también dentro del movimiento feminista […] Hay mujeres explotadas. Y el último orejón del tarro lo componen las mujeres abandonadas con hijos, y el movimiento feminista no les da bola. Es una de las cosas más dolorosas. Donde más machismo hay es en los escalones más bajos de la sociedad, porque el hombre la deja tirada con tres o cuatro y se las toma. Y que se arreglen. Ahí sí que es jodida la cosa. De todas maneras, la mujer, con sus fallas y sus cosas, la mujer tiene una responsabilidad con sus hijos que no es la del hombre. Trata de hacer cualquier cosa para darles de comer y protegerlos”.

Los conceptos que aquí expresa Mujica son de los más lúcidos que le hemos escuchado. Concordamos con lo que afirma. Sobre todo, nos preocupa que el autoritarismo manifestado por muchas activistas feministas y del colectivo LGBTI, termine por perjudicar algunas de las causas justas que defienden y provoquen una reacción en la sociedad -que ya se “huele” en el aire- que hagan retroceder 200 años el avance de las sociedades hacia una cultura más liberal. Es decir, más respetuosas con las opciones de vida de sus congéneres.

No obstante lo anteriormente dicho, lo que estas palabras revelan sobre Mujica, es que es una veleta que gira hacia donde el viento de la popularidad sople. En otras palabras, de auténtico y sincero, muy poco.


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