Rectificación y réplica solicitada por hermanos de Arturo Jarrín

Edwin Jarrín Jarrín, en una foto de 2011, del Flickr de la Secretaría de Transparencia.

Los hermanos de Arturo Jarrín Jarrín, cuya muerte acaecida en 1986 es investigada actualmente por un tribunal de Pichincha, han demandado una rectificación y réplica por la noticia publicada el jueves 28 de abril en este portal, en la que se informaba de la formulación de cargos presentada por el Fiscal Galo Chiriboga.

En atención a lo solicitado, publicamos la transcripción exacta de la carta recibida en esta redacción. Los resaltados son nuestros:

«Tras analizar la publicación titulada «Fiscal formula cargos por muerte de líder de AVC, hace treinta años» es fundamental hacer unas aclaraciones de fondo y de forma sobre el carácter semántico de lo publicado.

En referencia a nuestro hermano, líder de Alvaro Vive Carajo, AVC, ustedes escriben: «Arturo Jarrín Jarrín lideró el grupo terrorista Alfaro Vive Carajo, que ejecutó asaltos a bancos, asesinatos y un secuestro». Por no extenderme en la explicación de que alinearse en el concepto de terrorista implica alinearse con el manual de la Escuela de las Américas, que sembró de sangre y muerte el continente, quiero aclarar algunas cuestiones de orden significante.

Ustedes asumen sin aportar prueba alguna que AVC ejecutó asaltos a bancos, asesinatos y un secuestro. El tenor político en que se dieron los acontecimientos debe enmarcarse dentro de un campo semántico político no en uno delincuencial, que inhibe todo el sentido político de la lucha emprendida por esa organización.

Usar robo en lugar de recuperación económica, secuestro en lugar de retención, y asesinato sin aportar prueba alguna de ello, convierte a sus ejecutores en delincuentes y les resta, tal como hicieron las publicaciones periodísticas en esa época, el carácter político de esas acciones.

El problema de fondo es el tratamiento discursivo. La terminología utilizada para esta publicación, fomenta el odio, la desinformación y legitima la brutalidad con la que los guerrilleros (políticos por definición) fueron tratados. Esas palabras continúa legitimando la brutalidad de los aparatos de represión del Estado, aún treinta años después de lo ocurrido.

Aún más, con mala intención, falta de escrúpulos y la más absoluta decencia, escriben: Tres parientes de Arturo Jarrín han ocupado cargos prominentes en el gobierno de Rafael Correa: un hermano, Edwin Jarrín es actualmente vicepresidente de la Comisión de Participación Ciudadana; la mujer de este, Soledad Buendía, ha sido Ministra de la Política y legisladora de PAIS. Otra cuñada, Rosa Mireya Cárdenas, es Secretaria Nacional de Gestión de la Política.

Es honesto preguntar, ¿Dónde radica el problema de que los familiares y amigos de quiénes se levantaron en armas pidan justicia por los crímenes contra estos compañeros? No es posible comprender, ni siquiera porque sabemos de dónde proviene su financiamiento, que La República asuma que un hombre o una mujer que cometió algún delito pueda ser torturado, golpeado y asesinado sin juicio y sin el debido proceso. No es posible comprender tanto odio y tanta puerilidad en un caso que se ventila abiertamente en las Cortes y en que los imputados están en capacidad de defenderse, de poner argumentos y pruebas, juicio en el que tienen todas las garantías para hacerlo, y más aún, durante el cual están vivos y no son torturados, vejados o desaparecidos.

Más allá de eso, la evidente mala intención de la publicación en su página web agrede nuestro derecho a la honra al pretender expandir una niebla de duda sobre un proceso que nuestra familia inició treinta años atrás, el mismo día en que velábamos a nuestro hermano.

Nos reservamos el derecho de iniciar las acciones legales pertinentes para que su medio y el periodista que escribió esto asuman la responsabilidad civil sobre el tema. Los artículos 24 y 25 de la ley de comunicación permite nuestro derecho a la rectificación y a la réplica, respectivamente. Exigimos su inmediato cumplimiento de modo que podamos aclarar a la comunidad este ejercicio pueril que se pretende hacer pasar por periodismo. Para tal fin, remitimos una copia de esta carta a la Superintendencia de Comunicación.

Nuestro hermano Edwin Jarrín ha sido designado como el vocero de la familia, por lo que les solicitamos comunicarse con él.

Firman Edwin Jarrín J., Alexandra Jarrín J., Rodrigo Jarrín J., Beatriz Jarrín J., y Miguel Jarrín J.

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