Justicia británica condena a Assange a casi un año de prisión

Fotografía de archivo fechada el 19 de mayo de 2017, facilitada el 11 de enero de 2018, que muestra al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, mientras comparece ante la prensa en la embajada ecuatoriana en Londres, Reino Unido. EFE/ Facundo Arrizabalaga

La Justicia británica condenó este miércoles al informático australiano Julian Assange a una pena de cárcel de 50 semanas por haber infringido en 2012 las condiciones de libertad condicional en este país sobre una orden de entrega a Suecia.

Entonces, tras agotar todos los recursos legales en el Reino Unido, el fundador del portal WikiLeaks se refugió en la embajada de Ecuador en Londres, donde vivió asilado durante casi siete años, a fin de no ser extraditado al país escandinavo, que quería interrogarlo por unos delitos sexuales que él siempre ha negado.

Assange, de 47 años, siempre ha sostenido que tenía miedo de que Suecia le entregara a Estados Unidos, un país que le quiere juzgar por las miles de filtraciones de cables confidenciales aireadas por su portal y donde afirmaba temer por su vida.

El pasado 11 de abril, varios agentes británicos detuvieron al activista, sacándolo por la fuerza de la legación ecuatoriana, al poco tiempo de que el Gobierno de Lenín Moreno diera por terminado el asilo diplomático que había concedido al informático su predecesor, Rafael Correa.

En la audiencia celebrada hoy en el tribunal londinense de Southwark, el abogado que representa a Assange, Mark Summers, leyó una carta escrita por su defendido, en la que éste pide «disculpas sin reservas» a aquellas personas que consideren que les ha «faltado al respeto» por la manera en la que ha conducido su caso.

«Me encontré en apuros con circunstancias difíciles. Hice lo que en aquel momento me pareció que era lo mejor o quizás lo único que podría haber hecho», se justifica Assange en la misiva, al tiempo que dice «lamentar el curso que ha tomado» la situación.

Esas dificultades -prosigue- «tuvieron un impacto en muchas otras personas».

Por su parte, la jueza Deborah Taylor se dirigió al australiano para reprocharle que se hubiese aprovechado de su «posición privilegiada» para burlar la legislación británica.

«Es difícil imaginar un ejemplo más grave de este delito», consideró la magistrada, quien indicó que «al haberse escondido en la embajada» ecuatoriana Assange se había «quitado de en medio de manera deliberada al tiempo que continuaba en el Reino Unido».

«Usted se quedó ahí durante casi siete años, explotando su posición privilegiada para incumplir la ley y hacer público internacionalmente su desprecio por la legislación de este país», señaló.

Tras escuchar la carta del activista, Taylor también observó que es la primera vez que Assange expresa algún tipo de pesar por sus acciones, que han costado a este país, en concepto de fondos públicos, al menos 16 millones de libras (18,6 millones de euros).

Por su parte, en sus argumentos de la defensa, Mark Summers subrayó que durante los últimos años su cliente había sido «controlado» por el «temor» a una posible entrega a Estados Unidos.

«Mientras le llovían las amenazas desde EEUU, éstas empañaron todo lo que tenía que ver con él. Dominaron sus pensamientos. No fueron inventadas por él, le fueron controlando», explicó el letrado.

El abogado incidió en que los temores de Assange a ser llevado a Suecia y, de allí, eventualmente extraditado y puesto en manos de la Justicia estadounidense, estaban bien «fundados» y «no eran producto de su imaginación».

En aquel momento, Suecia contaba además, recordó, «con un bien documentado y desafortunado historial de enviar a personas a Estados donde se exponían a un riesgo significativo de sufrir un trato vejatorio, que incluía tortura y muerte».

Además de este cargo, el activista y periodista comparecerá mañana -esta vez por videoconferencia desde la prisión británica de alta seguridad de Belmarsh- ante la corte de magistrados de Westminster (Londres) para iniciar el proceso sobre su posible extradición a EEUU. EFE

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