Médicos Sin Fronteras: El mundo no es consciente de la gravedad de la crisis de refugiados rohinyás

Miembros de la minoría rohingya de Myanmar descansan tras cruzar la frontera a Bangladesh, cerca la zona de Teknaf, en Cox's Bazar, el sábado 2 de septiembre de 2017. (AP Foto/Bernat Armangue)

Campamento de Balukhali (Bangladesh)(EFE).- El coordinador de Emergencia de Médicos Sin Fronteras en Bangladesh (MSF), Robert Onus, cree que el mundo no es consciente de la gravedad de la crisis de refugiados rohinyás y subrayó que hay que actuar rápido para evitar que se produzca una crisis sanitaria.

«No estoy seguro que el mundo sea consciente del nivel o de la gravedad de la crisis aquí», indicó Onus en una entrevista con Efe, a unos pocos metros de la entrada del campamento de Balukhali, el que más rápido está creciendo de cuantos albergan a los más de 400.000 rohinyás que han llegado a Bangladesh.

«Todo el mundo sabe que hay 400.000 personas que han llegado en un espacio de dos semanas, además de los que estaban aquí antes, pero quizá no sea obvio que las condiciones para esta gente aquí son muy difíciles», añadió.

Antes de que la crisis del pasado 25 de agosto hiciera erupción, entre 300.000 y 500.000 refugiados rohinyás ya se encontraban en territorio bengalí, la mayoría en campos improvisados o temporales, no reconocidos por el Gobierno pero donde podían hacer su actividad agencias de la ONU y organizaciones no gubernamentales.

Con las instalaciones preexistentes para la oleada que ha llegado al país huyendo de la violencia en Rakhine, en el oeste de Birmania (Myanmar), Onus cree que hay dar una respuesta a un nivel mucho mayor del que se está dando.

El responsable de MSF subrayó que las condiciones en los campamentos son «muy precarias», con tiendas montadas con «una lona de plástico y unos palos de bambú» y sobre todo sin acceso a agua limpia y a baños.

«Cuando combinamos todo eso llegamos a una situación en la que una epidemia es algo que puede pasar fácilmente», dijo.

Señaló que es necesario que todos los grupos se enfoquen en responder a esta riesgo sanitario como principal tarea.

«Porque una vez que llegue una epidemia aquí va a ser muy difícil controlarlo, por el tamaño de los campamentos que tenemos y por la desorganización», agregó.

La desorganización y las limitaciones del lugar son los otros dos elementos que están lastrando la respuesta humanitaria, subrayó Onus, al resaltar que por una carretera «que tiene un carril y medio» pasa toda la ayuda para los campos de refugiados, todas las organizaciones y toda la población desplazada.

«Estamos trabajando duro para tratar de aumentar nuestras actividades y levantar clínicas y puestos de salud (…) pero al final del día todo se ralentiza por estas dificultades de infraestructuras y logísticas», dijo.

Señaló que MSF está dando seguimiento muy de cerca a los casos de diarrea.

«Tenemos que asegurarnos de que estamos encima para responder a cualquier alerta en caso de ver alguna epidemia potencial», pero insistió en que la prioridad tiene que estar en dar a la gente mejores condiciones sanitarias, agua, más espacio y organización.

Para ello, Onus considera que hace falta que los actores sobre el terreno no solo se incrementen en número sino también la escala de sus operaciones.

«No podemos dejar estas condiciones como están ahora mismo y no esperar que no haya una epidemia», afirmó. EFE (I)

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