
Nadie dice nada…
Por Antonio Rodríguez Vicens
Es frecuente escuchar en las conversaciones cotidianas de los ecuatorianos -en las reuniones sociales, en las tertulias familiares, en las oficinas, en los centros deportivos y de recreación o en los encuentros ocasionales en la calle-, después de lamentar los últimos acontecimientos, condenar los atropellos gubernamentales y dolerse por la actual situación del país, una frase que, por generalizada y superficial, es falsa e injusta: ‘nadie dice nada…’ La he oído muchas veces. Ese ‘no decir nada’ significa evidentemente una crítica, un reclamo y la velada exigencia de que alguien -nunca se precisa quién- ‘diga algo’, recoja las inquietudes de los ciudadanos y las exprese sin tapujos, con claridad y libertad.