
Cien años de soledad


Se dispara la venta de «Cien años de soledad»

Cremaron los restos de Gabo

“No hemos tenido un instante de sosiego…”
Quito, Ecuador
Era, es cierto, contradictorio y excesivo: en sus libros y en sus artículos, incluso en sus discursos, brotaban a raudales, sin tregua, sus lejanías y reproches al poder total. Para él, la historia de América Latina no era sino el vagar interminable de un continente entre los enconos feroces y las ambiciones sin fin de sus caudillos. “El Otoño del Patriarca” es, tal vez, la novela final sobre el poder absoluto. Y, sin embargo, no dejó nunca de ser cortesano del último dictador latinoamericano.

García Márquez y una gestión ante Fidel
Miami, Estados Unidos
Tal vez no exagero si digo que ha muerto el mayor escritor en lengua española que dio el siglo XX. Decir eso en la época de Jorge Luis Borges y Mario Vargas Llosa es muy arriesgado y subjetivo, pero me atrevo a afirmarlo. ¿Por qué? Acaso porque la novela que más he disfrutado de cuantas he leído en mi vida ha sido El amor en los tiempos del cólera. Me parece más lograda, incluso, que la justamente reverenciada Cien años de soledad que atrajo sobre Gabriel García Márquez la admiración universal y acabó por ganarle el Nobel en 1982.

La soledad de García Márquez, eternamente nuestra
Barcelona, España
No hace mucho, cuando llegué a Barcelona, y comencé a recorrer las librerías, me decía que tal vez, décadas atrás, Gabriel García Márquez hacía ese mismo recorrido y que la probabilidad de encontrar un libro de ocasión que alguna vez fue revisado o simplemente tocado por él, no era tan absurda

Unas lágrimas por Gabo
Guayaquil, Ecuador
La primera vez que traicioné a mi padre lo hice inconscientemente y, muy probablemente, por su propia culpa. Él me había escrito una dedicatoria en un ejemplar de su libro de poemas “De un tiempo a esta parte”, que más sonaba a una orden que la sangre obligaba a cumplir: quería que ese sea el primer libro que lea en mi vida. Era 1977 y yo tenía tres años, así que para ese momento, decidí ocuparme a otros menesteres, y dejé la literatura para otro rato.

Gabo, a través de sus frases

De «La hojarasca» a «Yo no vengo a decir un discurso», toda la obra de Gabo
