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El terror egipcio
Managua, Nicaragua
Lo que está ocurriendo en Egipto es una muestra de las consecuencias horrorosas que puede tener para una nación la mezcla del autoritarismo político con la intolerancia y el fanatismo religioso. Mohamed Mursi, líder de la Hermandad Musulmana, fue elegido presidente de Egipto en junio del año pasado con un mandato democrático y el compromiso de que debía respetar a los sectores sociales y políticos laicos, musulmanes moderados, cristianos y ciudadanos liberales que quieren un Egipto secular, abierto a la cultura de derechos humanos y de libertades civiles que existe en las sociedades políticamente avanzadas. Pero Mursi no cumplió el compromiso democrático y gobernó durante un año como si todos los egipcios fuesen fundamentalistas musulmanes y pretendiendo ignorar, excluir y discriminar, a la gran parte de la población egipcia que quiere ser libre y gobernarse democráticamente. Además, Mursi empeoró la situación económica y social del país, en vez de mejorarla como había prometido.
