Opinión

Fariseísmo y respeto

Ernesto Arosemena
Guayaquil, Ecuador

TODA PERSONA tiene derecho a su buena fama, y uno no puede andar señalando con el dedo “pecadores”. Eso es propio de los fariseos; y Jesús fue muy duro con los fariseos, pero ni siquiera cuando los criticaba se atrevía a señalarlos con nombre y apellido. Sólo decía “los fariseos”. De repente no sería ningún escándalo que alguien escriba un blog pidiendo que oren por “los que no conocen a Dios”, o por “los que tienen en sus manos los destinos de los pueblos, para que no permitan que se aprueben leyes que atenten contra la vida, la familia y…”, o whatever, pero siempre así en abstracto. Calificar a una persona concreta de esa manera, convertirla en “pecadora pública” –incluso en el supuesto no consentido de que, efectivamente, fuera una pecadora y que lo fuera de manera pública– NO ES UN PROCEDER CRISTIANO. En serio, no lo es. Es una falta de caridad para con esa persona, y toda persona merece nuestro respeto.

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