Por Manuel Ignacio Gómez Lecaro
Una voz lo despertó. “¿Quién eres?”, preguntó alterado. “Soy el fantasma de tu pasado”, le contestó. Él rio. “Ese cuento ya me lo sé compañerito. ¿Quién te envió acá? ¿Mi ñaño? ¿La prensa corrupta? ¿La CIDH?”, reclamó. “No perdamos tiempo, tenemos mucho por recorrer”, dijo el espectro. Lo llevó a su escuela. “¿Te acuerdas de este lugar? Ahí estás estudiando, siempre tan aplicado”. Luego se vio con su uniforme y pañuelo anudado al cuello liderando un grupo de boy scouts. “Esos chicos sí te admiraban, te respetaban”.
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