Opinión

Lampedusa, Ciudad Juárez

Joaquín Hernández
Guayaquil, Ecuador

El Papa Francisco I va a Lampedusa. Es su primer viaje fuera del Vaticano. No es una visita de jefe de Estado ni está en juego ninguna soberanía estatal. Ningún séquito. Va a rendir tributo, -¿por qué no a llorar?-, ante una de las tragedias del mundo contemporáneo más importantes, por cierto, que los señores Snowden, Assange y los juegos pirotécnicos de una confrontación que al final no aparece por ninguna parte mientras los verdaderos «condenados de la tierra» -la frase es de Fanon ciertamente-, pagan en silencio su tributo por no ser espías, ingenieros informáticos, denunciantes o simplemente hombres de poder.

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