Opinión

Quito se desintegra y los ciclistas la salvan

Por Miguel Molina Díaz
Quito, Ecuador

La tarde del sábado fue perfecta para un paseo en bicicleta. A pesar del indescifrable clima, el aire era una invitación a la reconciliación con la ciudad y el valle. Cumbayá, a las afueras de Quito, ofrecía la posibilidad de un frio menos intenso y menos desolador. Pero llovería al fin y al cabo. ¿Y si llovía, qué? ¿En qué podían cambiar las cosas? Lo importante era subirse a la bicicleta y salir. Salir por las calles. Reconocer las largas calles de Cumbayá en el trayecto inofensivo ¿al cine?, ¿a visitar a la familia?, ¿a una amiga? Más no había la necesidad de motivos ni pretextos, el ciclismo puede ser un fin en si mismo si te atreves a soñar. Tal vez Salomé Reyes simplemente salió a montar en bicicleta sin ningún destino específico más allá de disfrutar de su pasión, como era su derecho.

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