Yoani

María Fernanda Egas
Miami, Estados Unidos

Difícil es no haber escuchado de ella. Desde el 2007 su blog “Generación Y”, traducido a 17 idiomas y con 14 millones de visitantes mensuales, o el tuiter donde tiene más de 463 mil seguidores, sus denuncias sin miedos ni contemplaciones sobre la Cuba castrista son también reproducidas por los diarios más importantes en varios continentes. Nominada por la revista “Times” como una de las personas más influyentes del mundo en el 2008, la filóloga, periodista y bloggera de 38 años, Yoani Sánchez, quien por hacer uso de su libertad de expresión y de las tecnologías de la información “en donde cada palabra se mide como un gramo en la balanza del peligro” es hoy quizás la figura más moderna de la disidencia de su país.

Llegó este lunes a Miami, la capital del exilio cubano, en lo que sería emocionalmente hablando, la visita más importante de su gira internacional. Han sido varias intervenciones en medios académicos, culturales y organismos de derechos humanos, sin embargo su conversatorio en la Freedom Tower, a cargo del Miami Dade College, edificio histórico donde en 1959 fueron procesados miles de cubanos que llegaron por esta puerta a los Estados Unidos, tenía que ser emblemático. Sin duda, por sus candentes declaraciones, esta escala controversial en su vuelta al mundo en 80 días ya debe de estar sumariada en la isla.

La sala estaba a reventar, en ebullición desde una hora antes de que empezara el conversatorio, la prensa local, nacional e internacional definitivamente esperaba a una celebridad; el desfile de autoridades era el centro de atención previo a la llegada de Yoani, pero los anfitriones fueron sin duda los cubanos exiliados.

Fue para esta audiencia que Yoani escribió “Cubanos y punto”, en el que lamentó que para el mundo existan dos Cubas: la de Fidel y la de Miami. Yoani siguió contando esta anécdota que se inició en Alemania, que le sirvió para crear una comparación entre el Muro de Berlín y Cuba: “Ayúdennos a unificarla, a derrumbar ese muro que, a diferencia del de Berlín, no es de concreto ni ladrillos, sino de mentiras, silencios y malas intenciones”.

Contó cómo fue que un 13 de agosto, día del cumpleaños de Fidel Castro, se hastió de todo al escuchar en la radio que era “el cumpleaños de la patria” y se fue para Suiza con 5 dólares en el bolsillo. Pero si bien físicamente estaba en uno de los países con mejor nivel de vida del mundo, tenía trabajo y a su esposo –el periodista Reynaldo Escobar, quien en los 80 se convirtió en mecánico de ascensores para sobrevivir en la isla- y su hijo Teo; espiritualmente seguía viviendo en Cuba. Esto es lo que la hizo volver con el compromiso de no callar, para mala suerte del régimen comunista. Habiendo probado la libertad asegura que es contagiosa, y que “después de que una emigra no vuelve a ser la misma persona”. A cada minuto se hacía más intensa la identificación con los exiliados y con la angustia de tener a su familia privada de alimentos y libertades en la isla.

Yoani considera que el gobierno cubano “tiene un conflicto con el dinero: está acostumbrado a tratar con ciudadanos que no están empoderados material, informativa ni en cuanto a derechos. Les conviene ese ciudadano que se pasa el día en el ciclo de la sobrevivencia, que no puede pensar más allá de la comida que va a comprar ni cómo obtener los pesos convertibles”. Cuando un ciudadano se sale de ese ciclo, y consigue obtener sus propios recursos –como en su caso-, “ya eso comienza a incomodar al poder. En seguida ponen en duda la integridad ética y moral de la persona, en gran muestra de doble moral porque no hay que vivir en Cuba para saber con los lujos, despilfarros y obscenos atributos del poder con los que viven los jerarcas en Cuba”.

Explica que adonde vaya, en vez de preguntarle sobre derechos humanos, democracia, libertades, lo primero que le preguntan es sobre el embargo. “Eso se debe en parte a que el gobierno cubano ha sobredimensionado el tema para desviar la atención de las cuestiones más importantes. He nacido en un lugar donde todo se trata de justificar con el embargo, desde la falta de libertades en las calles a la ausencia de papas en nuestros platos. Soy muy crítica precisamente porque desde pequeña me han querido hacer creer que todo es culpa del embargo.”

Ante sugerencias de ser financiada por organizaciones políticas o si tiene planes de crear algún movimiento, Yoani aseguró que sueña con dedicar el resto de su vida a fundar medios de prensa, a la cátedra de periodismo, en una sociedad que se base en la información y el debate público. “No podemos dejarle el país a las armas ni a los líderes únicos, mira lo que nos ha pasado ya. Es importante que haya gente responsable detrás de la opinión y la prensa, sino corremos el peligro de firmarle un cheque en blanco al otro aventurero que venga”.

Asegura que dentro de la isla hay gente que no se ha creído la versión oficial de la historia, gente que está despertando. “Yo soy una de ellas. No por voluntad del gobierno, ni por las pequeñas, lentas y cosméticas reformas que vienen desde arriba, Cuba está cambiando en el interior de los cubanos”.

Pero también están cambiando otros países en América Latina, precisamente adoptando el caudillismo y autoritarismo que han regido Cuba desde hace 50 años. Sobre ellos, Yoani advirtió del peligro de los «supuestos mesías que creen interpretar» el pensamiento y destino de los pueblos. A la prensa dijo «Teman represalias”; y ante la parálisis o indiferencia social “se debe oponer una activa defensa de las libertades». Destacó el objetivo irrenunciable de todo medio de comunicación y periodista: negarse a ser un «mero repetidor del poder», ya que la prensa, afirmó, «debe mantener su papel de conciencia crítica de la realidad». «No se callen, no dejen que los amordacen», dijo en alusión a las leyes que reducen la libertad de prensa.

Ella misma ya no se puede callar. Cree que tiene mucho por decir todavía y que la gente no le perdonaría que ahora se calle, y que seguir hablando es la forma de protegerse junto con su familia. El miedo parece haber perdido su efecto. “Llega un punto en que no te pueden infundir más miedo. Sé lo que pueden hacer, lo he visto. Cuando desafías a un poder que no le gusta ser desafiado: estoy preparada para todo. Lo que más temo es por mi familia. ¿Qué puede pasar? Lo final: he vivido la vida con la libertad que tengo por dentro. Me voy en paz.”

Más relacionadas