Mafia Export

Por Joaquín Hernández Alvarado

El Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (Ildis) y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) realizaron los días 8 y 9 de septiembre pasados, en Quito, un foro sobre «Economías ilegales y seguridad ciudadana», en el que participaron expertos nacionales e internacionales sobre el tema. Una de las conclusiones más importantes, como mostraron desde sus diferentes enfoques Fernando Carrión, Bruce Bagley y Francesco Forgione, es que la globalización no es solamente la dimensión planetaria del comercio y de las comunicaciones, sino también de la violencia organizada por bandas o mafias internacionales que operan en búsqueda de los grandes réditos económicos que implican el narcotráfico, la trata de personas, la venta ilegal de órganos y de armas, la piratería y los delitos tecnológicos.

No hay que engañarse identificando la presencia de las mafias con la violencia. Su objetivo es el éxito económico, que es el que explica la violencia cruel y espeluznante que emplean cuando lo consideran necesario, y no al revés. Estas mafias no son ya las representadas en el imaginario común, como el de las películas clásicas de Ford Coppola, sino verdaderos «holdings económico-financieros criminales», empresas que funcionan como sus homólogas legales (y a veces a través de ellas o, mejor aún, creándolas como tales, «mientras sus miembros, verdaderos mánager, se mueven según la lógica empresarial para aumentar sus beneficios».

Se trata de un negocio fabuloso de una rentabilidad extraordinaria. Francesco Forgione, autor de Mafia Export (Anagrama, 2010), su último libro de enorme circulación y por el que tiene que protegerse y andar con escolta durante sus viajes, señaló durante su conferencia magistral «El atlas mundial del crimen organizado»: «Las mafias italianas producen actualmente una riqueza de 150 000 millones de euros y el 30, 40% se destina a la actividad criminal clásica: tráfico de droga, de armas, de personas o prostitución y el salario de los afiliados; 60% se destina a la economía legal». Es decir que ese 60% se lava fundamentalmente en construcción, turismo y servicios. Así, las tres grandes mafias italianas, Ndrangheta, Cosa Nostra y Camorra, han «colonizado» al mundo entero, compitiendo en eficacia con las grandes marcas transnacionales.

Los grandes carteles, como los colombianos de los años ochenta, han desaparecido pero para convertirse en minicarteles que operan a escala mundial gracias a las conexiones internacionales. Se han globalizado y a la vez especializado en las diversas actividades que implica la operación ilegal.

El avance de las mafias internacionales es imparable. Responder con una lógica local a su estrategia global es condenarse al fracaso. Enfrentarlas exclusivamente desde la represión militar como en México conduce a un baño de sangre que no lleva a ninguna parte. Creer que solo existen cuando se producen actos violentos es no entender su visión estratégica que apunta a la rentabilidad sin límites.

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