Opinión

Ley para escritores

Por Alberto Molina Flores

Después de ser aprobada la “Ley para Escritores”, el 4 de octubre de 1933,  Hitler se sentía contento con “su prensa”, como solía decir.

“La confección del contenido intelectual de los periódicos y revistas políticas, publicadas en el territorio del Reich, ejercida como profesión principal o en plan de colaboración aisladas, es un deber público cuyas obligaciones y derechos profesionales determinará el Estado con esta ley. Los portadores de este deber público se llaman redactores. Quien no reúna las exigencias establecidas en la presente ley, no puede ser admitido como redactor”. Esto decía el párrafo 1º de la “Ley de Escritores”, mediante la cual los redactores, que a partir de ese entonces eran los responsables del contenido de los diferentes periódicos, por un lado se libraron  de la influencia de los editores, pero por otro quedaron expuestos a la influencia mucho más rigurosa del partido.

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Opinión

El camino de la reforma tributaria

Por David Ochoa

A las 18h36 con 22 segundos del 1 de noviembre, Ramiro Terán, asambleísta por el MPD, abandona la sala de la Comisión de Régimen Económico y Tributario y su Regulación y Control y la deja sin cuórum la sesión que iba a aprobar la reforma tributaria de 2011. Otros asambleístas de oposición siguieron la estrategia de Terán. El socialcristiano Salomón Fadul fue el último en sumarse al grupo de Terán. ¿Fue una buena estrategia? ¿La salida de la oposición es constitucional? Esta es otra opinión sobre el tema.

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Opinión

Los precandidatos

Por Marlon Puertas

No sé si se han dado cuenta, pero desde hace rato comenzaron a moverse quienes, patrióticamente, quieren heredar el desastre que con tanto esfuerzo y amor está armando Rafael. Allá ellos. Igual les voy a dar unos consejos, no sé si para que ganen, que no me interesa, pero sí para que hagan menos agobiante verles sus caras y escuchar sus discursos.
A Alberto Acosta le falta urgente unas clases de dicción. Su radicalismo no se entiende, no porque no tenga un norte claro, que no lo tiene, sino porque sus palabras se matan entre ellas en las primeras frases, haciendo inentendible sus sanos propósitos de emprender en serio una revolución de izquierda.

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