
Mes: diciembre 2011


Lara no renunciará a su inmunidad

Amar al líder
@xavoviz
– Escucha: La locación es una ensambladora automotriz. Chispas de amor y progreso iluminan el set. Aparece el maestro de ceremonias, caracterizado como obrero industrial, con camisa azul y casco blanco. Zoom in. El actor, indeciso entre la ira y la sonrisa, gesticula y señala al televidente con el índice. Acusa al líder de llevar esperanza a los olvidados. La imagen en high definition cede paso a imágenes de tv, con el líder mismo, abrazando, tocando, dando palmaditas. De aquí en adelante, el spot continúa por carreteras, puentes, vías férreas, pistas aéreas, banderas, más actores; muchos extras en dispensarios y salas de espera – de esperanza.

La sede de la justicia
1979-81. Gobierno de Jaime Roldós. Cuando Roldós inaugura el Palacio de Justicia de Guayas se lamenta: “Ojalá algún día inauguremos la justicia”. El abogado Roldós ganó las elecciones tras de casi nueve años de dictaduras (Velasco Ibarra, Rodríguez Lara y el triunvirato). Desde entonces, y con anuencia de Roldós, el Colegio de Abogados del Guayas funciona en el Palacio de una justicia aún no inaugurada. Ahora el gobierno va tras esas instalaciones.

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Abusos y libertinajes
La república centroamericana de Honduras, vuelve a la palestra de las controversias internacionales. Una polémica ley, que genera escalofríos entre los defensores a ultranza de los derechos humanos, ha unido a los tres poderes del estado Hondureño, quienes han generado con su alianza política nuevas y extremas tendencias en la desesperada lucha contra el más peligroso mal que ha arremetido contra la sociedad de Latinoamérica: los actos delincuenciales moldeados por las perversas redes del narcotráfico.

La Justicia como Símbolo de la Ley
Nos es común identificar a la justicia como aquella dama de ojos vendados, con una espada y una balanza en cada una de sus manos. La balanza representando el acto de juzgar, dividir, poner punto final a un conflicto; la espada, en cambio por la fuerza que se necesita para protegerla y la venda en los ojos como una garantía de imparcialidad, demostrando que el juez no necesita ver más allá de los hechos y no debe analizar ni mirar a las partes para tomar sus decisiones. Esa imagen nos ha presenado desde hace siglos una justicia ciega, que garantiza de esta manera su imparcialidad, pero esto no siempre fue así.